EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
martes 15 Octubre 2013
Martes de la vigésima octava semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 1,16-25.
Yo no me avergüenzo del Evangelio, porque es el poder de Dios para la salvación
de todos los que creen: de los judíos en primer lugar, y después de los que no lo
son.
En el Evangelio se revela la justicia de Dios, por la fe y para la fe, conforme a lo
que dice la Escritura: El justo vivirá por la fe.
En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad y la injusticia de
los hombres, que por su injusticia retienen prisionera la verdad.
Porque todo cuanto de se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos:
Dios mismo se lo dio a conocer,
ya que sus atributos invisibles -su poder eterno y su divinidad- se hacen visibles a
los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras.
Por lo tanto, aquellos no tienen ninguna excusa:
en efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como
corresponde. Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y su mente
insensata quedó en la oscuridad.
Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios,
y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes que representan a
hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles.
Por eso, dejándolos abandonados a los deseos de su corazón, Dios los entregó a
una impureza que deshonraba sus propios cuerpos,
ya que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las
criaturas en lugar del Creador, que es bendito eternamente. Amén.
Salmo 19(18),2-3.4-5.
Los cielos cuentan la gloria del Señor,
proclama el firmamento
la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
y una noche a la otra se lo hace saber.
No hay discursos ni palabras
ni voces que se escuchen,
mas por todo el orbe se capta su ritmo,
y el mensaje llega hasta el fin del mundo.
Evangelio según San Lucas 11,37-41.
Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se
sentó a la mesa.
El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer.
Pero el Señor le dijo: "¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el
plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia.
¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?
Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro .
Comentario del Evangelio por :
San Rafaél Arnaiz Barón (1911-1938), monje trapense español
Escritos espirituales, 04/03/1938
"Da limosna de lo que tienes, así todo en ti será puro"
Dios está en el corazón desprendido…, en el silencio de la oración, en el sacrificio
voluntario al dolor, en el vacío del mundo y sus criaturas... Dios está en la Cruz, y
mientras no amemos la Cruz, no le veremos, no le sentiremos...
Callen los hombres, que no hacen más que meter ruido.
¡Ah!, Señor, qué feliz soy en mi retiro... Cuánto te amo en mi soledad... Cuánto
quisiera ofrecerte que no tengo, pues ya te lo he dado todo... Pídeme, Señor...,
mas ¿qué he de darte? ¿Mi cuerpo?, ya lo tienes; es tuyo. ¿Mi alma?... Señor, ¿en
quién suspira sino en Ti, para que de una vez la acabes de tomar? ¿Mí corazón?
está a los pies de María, llorando de amor..., sin ya nada querer, más que a Tí. ¿Mi
voluntad? ¿acaso, Señor, deseo lo que Tú no deseas? Dímelo... dime, Señor, cuál
es tu voluntad, y pondré la mía a tu lado... Amo todo lo que Tú me envíes y me
mandes, tanto salud como enfermedad, tanto estar aquí como allí, tanto ser una
cosa como otra ¿Mi vida? tómala, Señor Dios mío, cuando Tú quieras.
¡Cómo no ser feliz así!
Si el mundo y los hombres supieran. Pero no sabrán; están muy ocupados en sus
intereses; tienen el corazón muy lleno de cosas que no son Dios. Vive el mundo
muy para un fin terreno; sueñan los hombres con esta vida, en que todo es
vanidad, y así..., no se puede encontrar la verdadera felicidad que es el amor a
Dios. Quizás se llegue a comprender, pero para sentirla hay que vivirla, y muy
pocos renuncian a si mismos y toman su cruz (Mt 16,24).., aun entre los
religiosos...Señor..., qué cosas permites..., tu sabiduría sabrá; tenme a mi de la
mano y no permitas que mi pie resbale, pues si Tú no lo haces..., ¿quién me
ayudará? ¿Y si Tú no edificas? (Sal. 126,1)...
Ah!, Señor, cuánto te quiero. ¡Hasta cuándo, Señor!
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”