EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
miércoles 16 Octubre 2013
Miércoles de la vigésima octava semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 2,1-11.
Por eso, tú que pretendes ser juez de los demás -no importa quién seas- no tienes
excusa, porque al juzgar a otros, te condenas a ti mismo, ya que haces lo mismo
que condenas.
Sabemos que Dios juzga de acuerdo con la verdad a los que se comportan así.
Tú que juzgas a los que hacen esas cosas e incurres en lo mismo, ¿acaso piensas
librarte del Juicio de Dios?
¿O desprecias la riqueza de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia,
sin reconocer que esa bondad te debe llevar a la conversión?
Por tu obstinación en no querer arrepentirte, vas acumulando ira para el día de la
ira, cuando se manifiesten los justos juicios de Dios,
que retribuirá a cada uno según sus obras.
El dará la Vida eterna a los que por su constancia en la práctica del bien, buscan la
gloria, el honor y la inmortalidad.
En cambio, castigará con la ira y la violencia a los rebeldes, a los que no se
someten a la verdad y se dejan arrastrar por la injusticia.
Es decir, habrá tribulación y angustia para todos los que hacen el mal: para los
judíos en primer lugar, y también para los que no lo son.
Y habrá gloria, honor y paz para todos los que obran el bien: para los judíos, en
primer lugar, y también para los que no lo son,
porque Dios no hace acepción de personas.
Salmo 62(61),2-3.6-7.9.
En Dios sólo descansa el alma mía,
de él espero mi salvación.
Sólo él es mi roca y mi salvador,
si es mi fortaleza, no he de vacilar.
Sólo en Dios tendrás tu descanso, alma mía,
pues de él me viene mi esperanza.
Sólo él es mi roca y mi salvador,
si es mi fortaleza, no he de vacilar.
Pueblo mío, confíen siempre en él,
abran su corazón delante de él,
Dios es nuestro refugio .
Evangelio según San Lucas 11,42-46.
Pero ¡ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de
todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar
esto, sin descuidar aquello.
¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas
y ser saludados en las plazas!
¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales
se camina sin saber!".
Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: "Maestro, cuando hablas así,
nos insultas también a nosotros".
El le respondió: "¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas
insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!
Comentario del Evangelio por :
Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en
Inglaterra
Sermón “Las ceremonias de la iglesia”; PPS, vol. 2, n°7
"La tradición y la voluntad de Dios"
No importa mucho la manera por la que aprendemos a conocer la voluntad de Dios.
Puede ser por la Sagrada Escritura, por la tradición apostólica, o bien por lo que
San Pablo llama la “naturaleza”. Lo que importa es que estemos seguros que es la
voluntad de Dios. En realidad, Dios nos revela el contenido de la fe por la
inspiración, es un asunto de orden sobrenatural. Pero nos ilumina sobre las
cuestiones prácticas de la moral a través de nuestra propia conciencia, guiada por
Dios mismo.
Las cuestiones formales, nos las revela por la tradición de la Iglesia, para ponerlas
en práctica, aunque no deriven de la Sagrada Escritura. Lo digo para responder a
las preguntas que nosotros mismos nos podemos hacer: “¿Porqué observar ritos y
formas que no son prescritos por la Escritura?” La Escritura nos prescribe lo que
hay que creer, aquello hacia lo cual hay que tender, lo que hay que mantener. Pero
no nos habla de la manera concreta de hacerlo. Dado que no podemos hacerlo más
que de esta o de aquella manera, forzosamente añadiremos algo a lo que la
Sagrada Escritura nos dice. Nos recomienda, p. e. reunirnos para la oración,
relaciona su eficacia (de la oración) a la unión de corazones. Pero la Escritura no
indica ni el momento ni el lugar de la oración, la Iglesia tiene que completar lo que
la Escritura simplemente prescribe de forma general...
Se puede decir que la Biblia nos da el espíritu de nuestra religión; la Iglesia, en
cambio, modela el cuerpo donde este espíritu se encarna. La gente que intenta
adorar a Dios de una manera, digamos “puramente espiritual”, acaban por no
adorarlo en absoluto. Es un hecho corriente. Cada uno puede verlo por su propia
experiencia... No, la Escritura no nos tiene que revelar todo; nos da los medios para
descubrir todas las cosas. Dios nos ha prometido su luz, pero a su manera, no a la
nuestra.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”