XXIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Rm. 7,18-25: ¿Quién me librará de este ser mío, presa de la muerte?
b.- Lc. 12, 54-59: Las señales de los tiempos.
Este pasaje bíblico, nos habla del tiempo de Dios, en el que vivimos y existimos. El
pueblo sabe muy bien distinguir las señales del tiempo atmosférico, son los
labradores y pescadores, lo que mejor interpretan el tiempo con sus estaciones y
fenómenos: lluvia, viento, calor, frío, borrasca, etc. El tiempo que Dios nos ofrece,
también tiene sus señales: el pueblo acude a escuchar a Jesús; habla con
autoridad, expulsa los demonios, sana a los enfermos, resucita a los muertos, pero
sobre todo, se anuncia la llega del reino de Dios a los pobres. Si bien, saben
interpretar el tiempo atmosférico, no saben interpretar, el tiempo de Dios para los
hombres, los tiempos del Mesías. Jesús denuncia que los hombres, no han sabido
leer los signos de los tiempos, el mal y perversión de la sociedad, el egoísmo y la
injusticia exigen el juicio de Dios que renueve toda la humanidad. Jesús los llama
hipócritas, saben interpretar estas señales, pero hacen como si no las entendieran.
Los signos de Jesús, la misericordia para con los pecadores, la multiplicación de los
panes, resucitar muertos, son signos clarísimos de la presencia del reino de Dios
entre los hombres. El mayor signo será su Pasión y su Pascua. No quieren
interpretar este tiempo, precisamente porque hay que tomar una decisión, no
quieren convertirse, su voluntad rebelde prefiere seguir lejos de Dios. Hay que
examinar el tiempo presente, tiempo de decisión del que depende el futuro, quien
no lo haga peligra perdición eterna. En increíble que la gente no asuma una postura
de cara a Jesús, por su propio bien, en la hora presente. Jesús los exhorta a juzgar
por ellos mismos (vv.56-57). Les pone como ejemplo el proceso de un juicio
romano, lo que los oyentes de Jesús han merecido por sus propios pecados, una
suerte semejante, les tocará si no hacen penitencia. La invitación es clara: la
reconciliación con Dios por medio de Jesús y su salvación.
Si bien Teresa de Jesús aquí se refiere al tiempo dedicado a la oración nos invita a
invertir bien nuestro tiempo y qué mejor que con el Señor. “Este poquito de tiempo
que nos determinamos a dar al Señor…démosle libre el pensamiento y desocupado
de otras cosas” (CV 23,2).