XXIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Viernes
¿Cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?
I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 7,18-25a
Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mi carne;
porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que
quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago.
Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que
actúa, sino el pecado que habita en mí. Cuando quiero hacer lo bueno, me
encuentro inevitablemente con lo malo en las manos. En mi interior me
complazco en la ley de Dios, pero percibo en mi cuerpo un principio diferente
que guerrea contra la ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley
del pecado que está en mi cuerpo. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de
este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y
le doy gracias.
Sal 118,66.68.76.77.93.94 R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes
Enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos. R/.
Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes. R/.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo. R/.
Cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R/.
Jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida.R/.
Soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus leyes. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el
poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el
sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el
aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?
¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te
diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un
acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y
el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no
saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»
II. Compartimos la Palabra
¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte?
Encontramos en los textos del día de hoy, entre otras cosas, una llamada fuerte
al conocimiento personal, al trabajo interno y como no, eso nos llevará a un
conocimiento de la realidad en toda su pureza y su verdad. Con la cual iremos
caminando más seguros por los caminos de Dios, ya que en Dios no existe ni
doblez ni engaño.
Puede ser una de las cartas más dramáticas de San Pablo. Se nos pone de
manifiesto el misterio que reside dentro de todo hombre, el poder del mal que
una y otra vez nos asedia para llevarnos a su terreno y cuyo único interés es
destruirnos como personas y alejarnos de Dios. Pero esta verdad no puede llevar
al creyente a vivir desanimado y con un peso doloroso y constante sobre sus
hombres, sino que el hombre la mujer creyente no vive bajo un cielo vacío y sin
razón, sino que vive bajo la mirada de Dios. El Dios de la vida y sobretodo el
Dios de la misericordia y de la acogida, para con el pecador y todo aquel de
buen corazón que quiere ser feliz a pesar de sus propias debilidades e
incoherencias.
Debe resonar también en nuestro interior el deseo de Dios al hombre libre. El
hombre libre que no espera ni siquiera que Dios se manifieste, sino que por puro
don de Dios mismo sabe cuál es la decisión a tomar, la palabra apropiada, la
actitud del momento presente.
Jesús nos llama la atención sobre que el hombre sabe sobre muchas cosas, los
avances tecnológicos son constantes, el hombre investiga, estudia, se pregunta,
pero deja la base de su ser vacía, por eso llega en algunos momentos a la
desesperación. Sí, el hombre no sabe de Dios, o no sabemos de Dios. Dios se
manifiesta más claramente aún de lo que podemos hacer nosotros y sin
embargo nos afanamos en vivir paralelamente cuando es del todo imposible, ya
que tan solo Él es el Señor y Dios de la Creación, de toda vida.
"La Palabra de Dios puede ser aniquilada en cada uno de nosotros, porque Dios
ofrece sus dones, pero no los impone, porque Dios, nos ha dado la libertad, ni la
retoma ni la pisotea. La libertad, sumo valor, se convierte en sí en algo que la
hace más grade: riesgo, riesgo para el hombre y riesgo para Dios." (G.
Bevilacqua).
Estas palabras creo que pueden recoger bien, lo escondido detrás de las lecturas
de hoy.
Monasterio Sta. María la Real - MM. Dominicas
Bormujos (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org