XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Fe+ Caridad= Misión.
Pienso, a veces, que, en nuestra Iglesia, son los niños quienes gozan de una
conciencia misionera más viva. Su participación en los encuentros misioneros
diocesanos es admirable en número y entusiasmo. Hay adultos que incluso han
asociado el Domund a la cuestación que con tanto encanto realizan los niños, una
vez al año, con sus huchas misioneras por calles y plazas.
Pero el Domund es más que eso. Es la fiesta que nos invita a tomar conciencia del
encargo misionero de Jesús de anunciar su Evangelio a todos los pueblos. Un
mandato confiado a la Iglesia y, por consiguiente, a todos y cada uno de sus
miembros. "La Iglesia , decía el Beato Juan Pablo II, es la cuna en que María coloca
a Jesús y lo entrega a la adoración y contemplación de todos los pueblos".
El Domund, además, nos ayuda a recordar a los miles de misioneros y misioneras
que anuncian el Evangelio y que, día a día, siembran en esta tierra nuestra los
gestos más gratuitos de entrega y servicio a los demás. Donde hay un misionero
brilla la luz del Evangelio, se vive el servicio amoroso a los hermanos y, como
consecuencia, florece la promoción humana. Lo expresa muy bien el lema de este
año : Fe + Caridad = Misión. La existencia cristiana - decía Benedicto XVI -
consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver
a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de este, a fin de servir a nuestros
hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios” . La ecuación Fe + Caridad =
Amor, marcada con trazos fuertes en un encerado, y el recuadro con el Papa
Francisco besando unos pies que acaba de lavar, son el cartel, bien significativo y
elocuente, de esta Jornada.
En el mensaje del Papa Francisco podemos espigar frases que han de interpelarnos.
Os cito o alguna para vuestra oraci￳n y reflexi￳n: Nos recuerda el Papa que “ la fe
es un don que no se reserva a unos pocos, sino que debe ser compartido ”, que “el
anuncio del Evangelio es parte del ser discípulo de Cristo ”, que “ la fuerza de
nuestra fe, a nivel personal y comunitario, se mide por la capacidad de
comunicarla ”. El Domund, en este A￱o de la Fe, es también una ocasi￳n propicia
para revisar la hondura de la misma y nuestra alegría y coraje para comunicarla.
Estamos asistiendo en nuestro mundo a cambios profundos: Pensemos en la
globalización y en lo que ésta conlleva, en la fuerza de los medios de comunicación
o en el fenómeno migratorio. Existe también, junto a los conflictos bélicos y la crisis
económica o del medio ambiente, la crisis del sentido profundo de la vida y los
valores fundamentales que la animan y sostienen. Ante esta situación nos recuerda
el Papa que “ se vuelve más urgente llevar a estas realidades el Evangelio de Cristo,
que es anuncio de esperanza, de reconciliación, de comunión, de cercanía de Dios,
de su misericordia y salvación ”.
Lamenta el Papa que “ a menudo, la obra de la evangelización encuentra obstáculos
no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces, el fervor, la alegría, el
coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a
encontrarlo son débiles; en ocasiones todavía se piensa que llevar la verdad del
Evangelio es violentar la libertad” . A esta objeción responde el Santo Padre con las
palabras de Pablo VI: “Sería un error imponer cualquier cosa a la conciencia de
nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la
salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto a las
opciones libres que luego pueda hacer… es un homenaje a esta libertad (E.N. 80).
Nuestro mundo, que incluso en países de antigua cristiandad, vuelve a ser pagano
necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo -
así lo creemos- puede darle.
El Papa Francisco, que no cesa de instarnos a salir de nosotros mismos e ir a las
periferias, pues eso es la misi￳n, nos recuerda, una vez más que “ la Iglesia no es
una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad
de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la
maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de
profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado ”.
Antes de terminar, permitidme hacer una llamada a vuestra generosidad. Desde
que empezó la crisis económica han bajado significativamente las colectas para
misiones. Tenemos muy cerca de nosotros personas muy necesitadas, es verdad,
pero nuestra crisis no es comparable con la crisis crónica que se sufre en muchos
lugares del mundo. De ello saben mucho nuestros misioneros. Sed, pues,
generosos. ¡Muchas gracias!
+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos