¿A QUIÉN AGRADAR?
Padre Javier Leoz
¿Recordáis el Evangelio del domingo anterior? Nos sugería aquella idea de que hay
que rezar, con confianza y constantemente.
1.- Hoy, de nuevo, Jesús pone delante de la pantalla de nuestra vida el trato
personal que hemos de tener con Dios. Nos marca una hoja de ruta para alcanzar la
perfección en la oración. ¡Qué bueno sería que nos analizásemos un poco! ¿Cómo
está nuestra relación con el Señor? ¿Ya existe? ¿Es distante o cercana? ¿Altanera o
humilde? ¿Egoísta o gratuita? ¿Cuántos watsApp, e-mail enviamos (con nuestra
oración) al que nos ha dado la vida?
Con qué claridad, el Señor, nos dice lo que piensa. No es bueno el sentirnos
seguros de nosotros mismos. Entre otras cosas porque, ello, nos lleva al
distanciamiento de Dios y, junto con ello, a los juicios injustos sobre los demás. La
autocomplacencia no es buena.
Cuando los domingos nos reunimos en la Eucaristía, cuando participamos en
diversos actos litúrgicos, pastorales, caritativos o de índole pastoral, no lo hemos
de hacer desde un “ajuste de cuentas con Dios”; “mira lo qué hago” “recuerda que
yo sí y otros no”. Quien piense que, la eucaristía, es un favor que nosotros le
hacemos a Dios…anda tremendamente equivocado. ¿Serviría de algo poseer dos
inmensos pulmones sin oxígeno para respirar?
2.- El espejo de la cenicienta “dime espejito quién es más guapo que yo” lo hemos
de desterrar a la hora de hacer una radiografía del estado en que se encuentra
nuestra alma o nuestro corazón, nuestra fe o nuestra amistad con Dios. Es más; en
vez ponernos un espejo para mirarnos por delante, sería bueno que fueran –otros-
los que nos lo pusieran por detrás. Es decir; para que viésemos el peso o la
fragilidad que soportan nuestras espaldas y que nos impiden ser buenos hijos de
Dios.
3.- .En la sociedad en la que nos desenvolvemos se lleva mucho el mundo de la
imagen. Es más, nos preocupa muchísimo el concepto que los demás puedan tener
de nosotros. La oración, entre otras cosas, nos sitúa en el centro de nuestra
existencia: en Dios. Con El, todo. Sin Él, nada. Al fin y al cabo, por lo que hemos de
luchar es por agradar a Dios y no por engordar o satisfacer nuestro ego.
La sinceridad de nuestra oración, para darle gusto a Dios, no la hemos de medir por
la cantidad de palabras, las rimas o la poesía que empleamos en ella o los mismos
cantos que nos pueden ayudar a sintonizar más con Dios. La verdad de nuestra
piedad se demuestra en la calidad que ponemos en lo que decimos; en la atención
que ponemos cuando rezamos; en la humildad o transparencia a la hora de
expresarlo.
¿Qué imagen tendrá Dios de nosotros? Una cosa está clara: de Dios no nos
escapamos nadie. Ya podemos acudir al templo metidos en un abrigo, o blindados
en mil palabrerías, si lo hacemos desde la vanidad, desde la idea de “bastante hago
con venir aquí”, Dios nos deja desnudos. Sabe, desde el primer momento, con qué
actitud nos ponemos frente a Él. Con la parábola viuda y el juez injusto, el Señor
nos invitaba a rezar insistentemente. Hoy con esta bella parábola, Jesús, nos indica
el espíritu con el que hemos de hacerlo: la humildad.
4.- Dejemos fuera las categorías por las que nos regimos y con las que nos
desenvolvemos en el mundo; aquí no podemos engañar a nadie. Qué grande es
recordar aquello de: “Se￱or dame una alforja; para que en su parte delantera vea
mis propios defectos y, en la parte de atrás, deje los fallos de los demás; Señor;
dame una alforja; para que en la parte de adelante meta las virtudes de los demás
y, en la de atrás, sepa llevar con afán de superaci￳n las mías”.
En algunos momentos solemnes solemos utilizar el incensario para dar gloria y
alabanza al Se￱or. Pues eso…el incienso y el incensario para Dios. Tiempo llegará,
cuando Él quiera, en que determine el valor de todo lo que decimos hacer y decir
en su nombre.
6.- YO, SI SOY ASI, SEÑOR
Quiero hacer una oración sin distracciones,
y me pierdo al mínimo ruido.
Digo alabarte, y me miro a mi mismo
Digo quererte, y me quiero demasiado a mí mismo
Digo complacerte, y busco mi interés
Digo estimarte, y renuncio a muy poco por Ti.
YO, SI SOY ASI, SEÑOR
Quiero mirarte frente a frente,
y observo a los que me rodean
Quiero seguirte, y voy detrás de tus enemigos
Quiero escucharte, y saliendo de tu templo,
lo olvido todo.
Quiero corregirme,
y caigo en el defecto de ser juez de los demás
Quiero superarme,
y exijo que sean los demás quienes lo hagan
YO, SI SOY ASI, SEÑOR
Quiero adorarte, y me cuesta ponerme de rodillas
Quiero guardar silencio,
y no sé vivir sin el ruido
Quiero hablar con tu lenguaje, y sólo
utilizo el diccionario que me ofrece el mundo
Quiero buscar tus huellas,
y voy detrás de aquellas que conducen a la fama.
PORQUE, YO SI QUE SOY ASI, SEÑOR,
Dame humildad para reconocer mis fallos
Fortaleza para hacerles frente
Gratitud para agradecerte lo mucho
que Tú haces por mí
Oración para mirarte y nunca ofender a los demás
Espíritu para dejarme moldear por tu Palabra
Amén.