Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 29, Sábado
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros * Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. * Si no os
convertís, todos pereceréis de la misma manera
Textos para este día:
Romanos 8,1-11:
Hermanos: Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo
Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado
de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no pudo hacer la Ley, reducida a la
impotencia por la carne, lo ha hecho Dios: envió a su Hijo encarnado en una carne
pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó
el pecado. Así, la justicia que proponía la Ley puede realizarse en nosotros, que ya
no procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu. Porque los que se dejan
dirigir por la carne tienden a lo carnal; en cambio, los que se dejan dirigir por el
Espíritu tienden a lo espiritual.
Nuestra carne tiende a la muerte; el Espíritu, a la vida y a la paz. Porque la
tendencia de la carne es rebelarse contra Dios; no sólo no se somete a la ley de
Dios, ni siquiera lo puede. Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a
Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu
de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el
espíritu vive por la justicia obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre
los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús
vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en
vosotros.
Salmo 23:
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes: / él la
fundó sobre los mares, / él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro? /
El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor, / le hará justicia el Dios de salvación. / Éste es
el grupo que busca al Señor, / que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
Lucas 13,1-9:
En aquella ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya
sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
"¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque
acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y
aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran
más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os
convertís, todos pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar
fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo
viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a
ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este
año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas.""
Homilía
Temas de las lecturas: El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros * Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. * Si no os
convertís, todos pereceréis de la misma manera
1. Una Nueva Ley
1.1 En la primera lectura de hoy Pablo proclama la maravillosa condición del
creyente: "ya no hay condenación". Y hay que decirlo así abiertamente porque la
vida sin fe no tiene otro desenlace que el absurdo y el silencio cínico de la muerte,
cuando no la crueldad contra el prójimo o la explotación del inocente. Mas para el
creyente un horizonte nuevo se abre: "ya no hay condenación". Y la razón por la
que no hay condenación es porque hay una nueva inocencia, propia de un nuevo
comienzo: el que da el Espíritu Santo.
1.2 Pablo habla del Espíritu Santo como una "nueva ley", término que entre otras
cosas resultó siglos después para la moral que Santo Tomás ofrece en la Suma
Teológica, y que de algún modo subyace en todo el discurso de la moral católica.
1.3 El Espíritu Santo trae vida, pero no una vida como pura fuerza o posibilidad,
sino una vida que ya tiene su forma propia, su estilo característico, por eso le llama
"ley". No es lo mismo recibir un montón de dinero que un presupuesto, por dar un
ejemplo. El Espíritu Santo no obra en nosotros como un montón de dinero que cada
quien pudiera gastar a su arbitrio, sino como un presupuesto infinito que, siendo
infinito en sus recursos y poder, sin embargo no toma su dirección última de
nosotros ni de nuestros caprichos sino de Dios.
1.4 Dicho con otras palabras: el Espíritu Santo no es una energía sin nombre sino
un Don Personal que, viniendo a nosotros, permanece en nosotros como Señor. Por
eso nos enseña Pablo: "los que viven de acuerdo con el Espíritu, piensan y actúan
conforme a él".
2. Ante las tragedias
2.1 Pasemos al evangelio. Según vemos, ya en tiempo de Jesús existía el "deporte"
de dar pésimas noticias con la turbia esperanza de impactar al oyente. No se
imaginaban, sin embargo, los que hoy quisieron hacerlo con Cristo, qué clase de
respuesta les iba a dar él.
2.2 Y es que en efecto, hay algo de morboso y mucho de estéril en ese ejercicio de
hacer alabanzas al poder del mal. Hay gente que disfruta contando lo espantoso, lo
cruel, lo doloroso, y tal vez no son del todo conscientes de que están alabando al
poder de las tinieblas. "Mira que han torturado a unos pobres niños y les han hecho
esto y lo otro, y luego...". En esas noticias, ya sean de boca o por televisión, ya
estén en los diarios o en páginas de Internet, hay siempre la malsana tendencia a
revolcarle las entrañas al oyente o lector, con la consecuencia lateral de cantar
lisonjas al mal y al Malo.
2.3 Cristo frena de un tope esa enfermedad. En primer lugar porque no se deja
"impactar" ni se escandaliza. A él no lo extraña el mal, porque conoce bien que
donde no reina la luz hay oscuridad. Eso no es ninguna sorpresa. En segundo,
lugar, su comentario, "¿piensan que aquellos eran más pecadores?", separa un
hecho trágico, que puede llegarle a cualquiera, de sus antecedentes y
consecuentes. Como quien dice, no juzguemos por un hecho el pasado ni el futuro.
Y en tercer lugar, muestra en dónde está el verdadero peligro: no en los
accidentes, de los que no tenemos culpa, sino en el desenlace de nuestras vidas, en
donde ciertamente sí que tenemos plena responsabilidad.