Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 30
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Los gritos del pobre atraviesan las nubes * Si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha. * Ahora me aguarda la corona
merecida * El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no
Textos para este día:
Eclesiástico 35, 12-14. 16-18:
El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre,
escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda
cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes;
los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no
ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia.
Salmo 33:
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma
se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.
El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus
siervos, no será castigado quien se acoge a él. R.
2 Timoteo 4, 6-8. 16-18:
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente.
He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará
en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.
La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que
Dios los perdone.
Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de
modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león.
El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del
cielo.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Lucas 18, 9-14:
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí
mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres
subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido,
oraba así en su interior:
"¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos,
adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo
de todo lo que tengo."
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al
cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. "
Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Homilía
Temas de las lecturas: Los gritos del pobre atraviesan las nubes * Si el afligido
invoca al Señor, él lo escucha. * Ahora me aguarda la corona merecida * El
publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no
1. Oración y Humildad
1.1 Las lecturas de este domingo gravitan en torno a esas dos palabras que son
centrales en la vida cristiana y en el evangelio de Lucas: oración y humildad. La
idea central es clara: los orantes han de ser humildes y los humildes entienden
mejor y más pronto qué es la oración.
1.2 Puesto que la Biblia habla de Dios como el Altísimo, puede causar desconcierto
que tenga tantas predilecciones con los pequeños y humildes. ¿Por qué sucede así?
¿Es egolatría divina? ¿Es acaso porque los pequeños son ignorantes, más crédulos,
cobardes o necesitados de imaginar que alguien los cuida? Estas preguntas de tono
casi blasfemo han sido formuladas de hecho. Casi siempre los ateos explican la
presencia social de la religión acudiendo a este tipo de análisis.
1.3 En realidad, tales especulaciones pecan por imaginar a un Dios a nuestra
imagen y semejanza, o mejor: a imagen y semejanza de lo que somos cuando el
egoísmo, la vanidad y la codicia priman en nosotros. Si miramos en cambio lo que
somos los seres humanos cuando no nos dejamos guiar por esos desvíos
encontramos que todo gobernante sabio se ocupa de modo preferencial de los
desvalidos, pues al fin y al cabo los fuertes pueden defenderse mejor a sí mismos.
¿No hará lo mismo el que rige sobre las naciones y es rey del universo entero?
2. La Victoria sobre la Soberbia
2.1 Además, no hay nada que enceguezca tanto al corazón y lo prepare para la
incredulidad como la soberbia. Es propio de la soberbia creerse autosuficiente
porque reconocer que uno necesita ayuda y que no se basta a sí mismo es contrario
al espíritu soberbio. Como es natural, la soberbia impide orar, o por lo menos
impide que la oración sea genuina. Es el caso que se nos presenta en el fariseo del
evangelio.
2.2 Lo más grave del autoengaño que induce la soberbia es que es casi perfecto.
Dentro del mundo de ese fariseo todo es lógico y todo encaja: "Yo soy el bueno
porque yo hago lo bueno. Los demás son malos, o por lo menos no dan la talla de
mi logro, que es proporcional a mi esfuerzo."
2.3 La soberbia, pues, crea su propio mundo, un mundo ficticio que raya en la
locura; y en esa cárcel de auto elogios y adulación al propio yo, los demás no
existen sino como instrumentos de los propios fines o como estorbo que no se mira,
o como competencia a la que hay que derribar y vencer. De ese modo la caridad
desaparece y sólo queda el amor propio sensitivo y el cuidado por la propia imagen
y los intereses propios. Frente a este cuadro, la palabra de Cristo restalla como
látigo: "no lograste la justificación que pretendías; perdiste tu tiempo en el
templo…"
3. El Poder de la Oración
3.1 No hace mucho se estableció un premio especial para aquellos equipos y
científicos de la empresa privada que lograran elevar una nave diseñada por ellos
mismos a la altura de 100 Km. por dos veces en el lapso de unos cuantos días. Es
un proyecto para incentivar el turismo espacial, que seguramente tendrá mucha
fuerza en algunas décadas.
3.2 La primera lectura de hoy nos habla de un poder aún mayor: "La oración del
humilde atraviesa las nubes y no se detiene hasta alcanzar su destino." Nadie cree
que haya tanto poder en aquellos que el mundo más desprecia pero es así. El gran
orante es Cristo Jesús y nunca fue tan despreciado como en la hora de la Cruz.
Pues bien, allí él es el humilde entre los humildes y su plegaria de redención a
atravesado las nubes y ha logrado redención y vida para todos los que creemos en
él y confesamos su santo Nombre.