XXX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Miércoles
Lecturas bíblicas
a.- Rm. 8,26-30: A los que aman a Dios todo les sirve para el bien.
b.- Lc. 13,22-30: Se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
Este evangelio nos presenta a Jesús, que atraviesa ciudades y aldeas, enseñando,
camino de Jerusalén. Enseña que las promesas de los profetas se están
cumpliendo, les muestra las vías de la salvación, la entrada en la vida eterna (cfr.
Lc. 4, 21; 13,23; 20,21; Hch.16, 17). Jesús no responde a la pregunta sobre el
número de los que se salvarán (v. 23), tema frecuente entre los fariseos, y hoy
muchos tienen la misma preocupación (cfr.Lc.17, 20; 18,18; 22,28). Él no vino a
satisfacer la curiosidad de nadie y por eso exige: “Luchad por entrar por la puerta
estrecha” (v. 24). Los judíos del tiempo de Jesús hubieran respondido que se
salvan sólo los judíos, y los gentiles se condenan. La salvación se consigue con el
esfuerzo personal, el empleo de todas las fuerzas hasta alcanzar la victoria, como el
propio Jesús que combate en Getsemaní y toma el cáliz de la pasión y muerte (cfr.
Lc.22, 44; 9,57-62; 2Tim.4, 7s). La puerta de la salvación todavía está abierta,
pero algún día se cerrará, cuando Jesús venga a juzgar. La llamada de Jesús es a
tomar una decisión, que no se puede diferir (cfr. Lc.4, 21). El Padre ha tenido a
bien dar el reino, es un pequeño rebaño, es estrecha la puerta y angosto el camino
(cfr. Lc.12, 32; Mt.7,14); Jesús nos urge a tomar una decisión. Levantado el amo,
comienza el banquete, cierra la puerta (vv.25-26), viene a significar que el tiempo
se terminó, y llega la hora del Juicio final. El texto nos enseña, como algunos que
se creen amigos de Jesús, le exigen que les abra las puertas del reino (v. 25),
porque han escuchado su palabra y comido en su mesa, pero en realidad han sido
sus enemigos, son obradores de iniquidad (v. 27). Su palabra no fue tomada en
serio, no se actuó, según la voluntad del Padre. Su querer consiste en escuchar a
su Hijo, poner por obra su palabra, aceptar la salvación por medio de Jesús. Todos
los argumentos caen, si no ha habido obediencia de obra a las palabras de Jesús, si
no nos decidimos por ÉL. (cfr. Mt.7, 21; 1 Cor.10,1-11). Los excluidos, delante la
puerta cerrada, llorarán y rechinaran los dientes desesperados, no apreciaron la
gracia, ni la salvación. Su lugar será ocupado por los gentiles que vendrán de
Oriente y Occidente (v. 29) y se sentarán a la mesa con los patriarcas y profetas en
el reino de Dios. Mientras para el cristiano, este evangelio es una llamada a la
coherencia y conversión, para los paganos, puede ser un motivo de esperanza. La
justicia de Dios se manifiesta como salvación en Cristo Jesús, por lo tanto, los
cristianos deben ampliar la mirada y descubrir cómo Dios trabaja por la salvación
de todos los hombres, incluso fuera de la Iglesia, hasta que llame a sus hijos y
vengan de los cuatro confines del mundo a sentarse al banquete del reino de Dios.
Los que eran últimos ahora son primeros y los primeros últimos.
Teresa de Jesús experimentó la riqueza de participar del banquete de la Eucaristía
anticipo del banquete del reino de Dios. Jesús prepara cada domingo para sus
hermanos es te banquete divino: “Que no pide más de hoy, ahora nuevamente, que
el habernos dado este pan sacratísimo para siempre. Su Majestad nos le dio, como
he dicho, este mantenimiento y maná de la humanidad; que le hallamos como
queremos, y que si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre; que de
todas cuantas maneras quisiere comer el alma, hallará en el Santísimo Sacramento
sabor y consolación.” (CV 34, 2).