XXX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Rm.8, 31-39: Nada nos puede separar del amor de Cristo.
b.- Lc. 13, 31-35: No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.
En este pasaje evangélico, encontramos reflejado el destino de Jesús, a su paso por
Galilea y Perea, territorio de Herodes Antipas (vv.31-33), y el de la ciudad de
Jerusalén, que rechaza su persona y su mensaje (vv. 34-35). Herodes como
político, le incomoda Jesús, como lo había hecho con Juan el Bautista, e intenta
darle muerte. Le molesta un profeta agitador de las gentes, con características
mesiánicas, de ahí el mensaje que le envía, al parecer, por medio de los fariseos
(cfr. Lc. 9,7; Mc. 6, 24-26; 9,9). Jesús lo califica de zorro, porque con astucia,
busca su beneficio personal (v.32); su respuesta en la línea de los profetas, es no
detener su trabajo de predicar y sanar, su misión de anunciar el reino viene de
Dios, que no depende de los hombres, no vive de amenazas de Herodes (cfr. Ez.
43,4). El rechazo de Herodes, le causa dolor a Cristo, porque es manifestación
oficial del rechazo de Israel, a la oferta de salvación que viene de Dios, lo que
anuncia su muerte. Pero su destino, no se resuelve en Galilea, sino en Jerusalén,
porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén, la ciudad de David,
centro gravitante de su pueblo (v. 33). Es la única vez que los fariseos muestran
interés por Jesús, quizás mandados por el propio Herodes, para alejarlo de su
territorio (cfr. Am. 7, 10-17). Pero él les manda que relaten a Herodes, que “hoy y
mañana” seguirá sanando a los enfermos y expulsando demonios, redimiendo al
hombre de lo que lo esclaviza, y al tercer día será consumado (v.30; Hch.10,38).
Más tarde Herodes, tendrá la oportunidad de matarlo, pero no lo hace (cfr. Lc.
23,15). Jesús no abandona su ruta, que terminará en Jerusalén. Jesús sabe que
debe pasar por la muerte que se avecina, el día de su consumación se acerca, con
la oposición de las autoridades de su pueblo, causa de la entrega de su vida;
cumplimiento del asesinato de profetas, y ÉL queda abandonado. No teme a
Herodes, porque dentro de tres días, otras manos lo tomarán para matarlo (v. 32;
cfr. Ex. 19, 10; Os. 6, 2). Su actividad se corona con su muerte y resurrección (cfr.
Lc.12, 50; Jn.19, 30; 2Cor.11, 23-33). En un momento, encontramos este lamento
de Jesús, son el llanto por la suerte de su pueblo: Israel queda abandonado, lo
mismo, el templo, pierde su sentido. La ciudad donde se daba sentencias de muerte
a los brujos, idólatras, malos hijos, a los transgreden el sábado y condena a los
profetas (cfr. Lv. 20, 27; Dt. 17, 2-7; 21, 18-21; Nm. 15, 32-36; Jer. 26,21-23;
38,4-6), la misma que mata y apedrea a los enviados de Dios ofreciéndoles la
salvación, como blasfemos. Jesús, quiere proteger a los habitantes de Jerusalén;
habla en nombre de Dios, como la gallina a sus polluelos (v. 34; cfr. Dt. 32,10s; Is.
31, 5; Sal. 3,8). Consecuencias del rechazo de Jesús, es que la casa de Israel,
quedará vacía, el templo también, como cuando Israel fue al exilio (cfr. Jr. 44, 4-
6), y no sólo se refiere al templo, sino a Israel toda. Quedará privada de habitantes
y hasta Dios se ausenta, cuando cansado de la infidelidad de Israel lo anuncia por
boca de su profeta (cfr. 1Re. 9,7s; Jer.12, 7; Ez. 11, 22-23. Pero la muerte de
Jesús, no es el fin de todo. Será saludado el Mesías, como el enviado de Dios, al
Hijo del Hombre con las palabras: “Bendito el que viene en nombre del Señor” (v.
35; cfr. Sal. 117, 26) en su pasión, en la ciudad que prepara su muerte, pero donde
Dios lo exaltará a su derecha en el cielo hasta que vuelva con poder y gloria (cfr.
Lc. 22, 69). Antes que Jesús vuelva, Israel se convertirá y será salvo, es la
esperanza de Pablo y la Iglesia (cfr. Rm.11, 25).
Teresa de Jesús nos invita a mirarle con los ojos del alma: “Poned los ojos en el
Crucificado y se os hará todo poco” (4 M 4, 8).