EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
sábado 26 Octubre 2013
Sábado de la vigésima novena semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 8,1-11.
Por lo tanto, ya no hay condenación para aquellos que viven unidos a Cristo Jesús.
Porque la ley del Espíritu, que da la Vida, me libró, en Cristo Jesús, de la ley del
pecado y de la muerte.
Lo que no podía hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios lo hizo,
enviando a su propio Hijo, en una carne semejante a la del pecado, y como víctima
por el pecado. Así él condenó el pecado en la carne,
para que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros, que ya no vivimos conforme
a la carne sino al espíritu.
En efecto, los que viven según la carne desean lo que es carnal; en cambio, los que
viven según el espíritu, desean lo que es espiritual.
Ahora bien, los deseos de la carne conducen a la muerte, pero los deseos del
espíritu conducen a la vida y a la paz,
porque los deseos de la carne se oponen a Dios, ya que no se someten a su Ley, ni
pueden hacerlo.
Por eso, los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios.
Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el
Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser
de Cristo.
Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa
del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia.
Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a
Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo
Espíritu que habita en ustedes.
Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6.
Del Señor es la tierra y lo que contiene,
el mundo y todos sus habitantes;
pues él la edifició sobre los mares,
y la puso más arriba que las aguas.
¿Quién subirá a la montaña del Señor?
¿Quién estará de pie en su santo recinto?
El de manos limpias y de puro corazón,
el que no pone su alma en cosas vanas
ni jura con engaño.
Ese obtendrá la bendición del Señor
y la aprobación de Dios, su salvador.
Así es la raza de los que Le buscan,
de los que buscan tu rostro, ¡Dios de Jacob!
Evangelio según San Lucas 13,1-9.
En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de
aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
El les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran
más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma
manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de
Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma
manera".
Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña.
Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera
y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'.
Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor
de ella y la abonaré.
Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".
Comentario del Evangelio por:
San León Magno (?-c. 461), papa y doctor de la Iglesia
20 sermón sobre la Pasión; SC 74 bis (trad. SC p. 245 rev.)
Si no os convertís
Esforcémonos en estar asociados a la resurrección de Cristo y pasar de la muerte a
la vida mientras todavía estamos en este cuerpo. Porque, para todo hombre, pasar
por una conversión, de cualquiera naturaleza que sea, pasar de un estado a otro,
significa el fin de algo – no ser más lo que era - y el comienzo de otro - ser lo que
no era. Pero es importante saber por qué se muere y para quién vive, porque hay
una muerte que hace vivir y una vida que mata.
Y es justamente en este mundo efímero, donde hay que buscar lo uno y lo otro; de
la calidad de nuestras acciones terrenas, dependerá la diferencia de las
retribuciones eternas. Muramos pues al diablo y vivamos para Dios; muramos al
pecado para resucitar a la justicia; qué desaparezca el hombre viejo para que nazca
el ser nuevo.
Ya que, según la palabra de la Verdad, "Nadie puede servir a dos señores" (Mt
6,24), tomemos como ejemplo no al que hace tropezar a los que están de pie para
llevarles a la ruina, sino al que ayuda a levantar a los que caen, para conducirles a
la gloria.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”