EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
lunes 28 Octubre 2013
Fiesta de san Simón y san Judas, apóstoles
Carta de San Pablo a los Efesios 2,19-22.
Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de
los santos y miembros de la familia de Dios.
Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos,
mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo.
En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en
el Señor.
En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de
Dios en el Espíritu.
Salmo 19(18),2-3.4-5.
Los cielos cuentan la gloria del Señor,
proclama el firmamento
la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
y una noche a la otra se lo hace saber.
No hay discursos ni palabras
ni voces que se escuchen,
mas por todo el orbe se capta su ritmo,
y el mensaje llega hasta el fin del mundo.
Evangelio según San Lucas 6,12-19.
En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en
oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio
el nombre de Apóstoles:
Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago,
Juan, Felipe, Bartolomé,
Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote,
Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y
una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la
región costera de Tiro y Sidón,
para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban
atormentados por espíritus impuros quedaban curados;
y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Comentario del Evangelio por :
Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia « Lumen gentium », § 24-25
«Había allí... una muchedumbre venida de toda Judea, de Jerusalén, de
Tiro y de Sidón, que habían llegado para escucharle»
Los Obispos, en su calidad de sucesores de los Apóstoles, reciben del Señor a quien
se ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra, la misión de enseñar a todas las
gentes y de predicar el Evangelio a toda criatura, a fin de que todos los hombres
logren la salvación por medio de la fe, el bautismo y el cumplimiento de los
mandamientos.
Para el desempeño de esta misión, Cristo el Señor prometió a sus Apóstoles el
Espíritu Santo, a quien envió de hecho el día de Pentecostés desde el cielo para
que, confortados con su virtud, fuesen sus testigos hasta los confines de la tierra
ante las gentes, pueblos y reyes. Este encargo que el Señor confió a los pastores de
su pueblo es un verdadero servicio, y en la Sagrada Escritura se llama muy
significativamente "diakonía", o sea ministerio...
Entre los oficios principales de los Obispos se destaca la predicación del Evangelio.
Porque los Obispos son los pregoneros de la fe que ganan nuevos discípulos para
Cristo y son los maestros auténticos, es decir, herederos de la autoridad de Cristo,
que predican al pueblo que les ha sido encomendado la fe que ha de creerse y ha
de aplicarse a la vida, la ilustran con la luz del Espíritu Santo, extrayendo del tesoro
de la Revelación las cosas nuevas y las cosas viejas, la hacen fructificar y con
vigilancia apartan de la grey los errores que la amenazan.
Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el Romano Pontífice, deben ser
respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por
su parte, tienen obligación de aceptar y adherirse con religiosa sumisión del espíritu
al parecer de su Obispo, en materias de fe y de costumbres cuando él la expone en
nombre de Cristo.
(Referencias bíblicas: Mt 28,18-20; Mc 16,15-16; Ac 1,8; 2,1s; 9,15;
1,17.25; Mt 13,52)
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”