Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Noviembre 1
Solemnidad de Todos los Santos
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que
nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua * Éste es el grupo que
viene a tu presencia, Señor. * Veremos a Dios tal cual es * Estad alegres y
contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Textos para este día:
Apocalipsis 7,2-4.9-14:
Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó
con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar,
diciéndoles: "No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos
en la frente a los siervos de nuestro Dios." Oí también el número de los marcados,
ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.
Después esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría
contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del
Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban
con voz potente: "¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y
del Cordero!" Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos
y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje
a Dios, diciendo: "Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias
y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos.
Amén."
Y uno de los ancianos me dijo: "Ésos que están vestidos con vestiduras blancas,
¿quiénes son y de dónde han venido?" Yo le respondí: "Señor mío, tú lo sabrás." Él
me respondió: "Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y
blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero."
Salmo 23 :
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes: / él la
fundó sobre los mares, / él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro? /
El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos. R.
Ése recibirá la bendición del Señor, / le hará justicia el Dios de salvación. / Éste es
el grupo que busca al Señor, / que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R
1 Juan 3,1-3:
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de
Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos,
ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos
que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual
es. Todo el que tiene esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él es puro.
Mateo 5,1-12a:
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se
acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres
en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la
tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán
saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que
trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier
modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será
grande en el cielo."
Homilía
Temas de las lecturas: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que
nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua * Éste es el grupo que
viene a tu presencia, Señor. * Veremos a Dios tal cual es * Estad alegres y
contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
1. Una muchedumbre que nadie podría contar.
1.1 Lo primero que atrae nuestra atención en este día es la contundente
manifestación del bien. Estamos acostumbrados a que el mal haga espectáculo. El
mal es notorio y llega a volverse notable, y nuestra mente quizá ha llegado a
acostumbrarse a eso. La primera lectura cambia este hábito de nuestra mente:
"una muchedumbre que nadie podría contar" (Ap 7,9). Después de todo, el bien
también existe; está entre nosotros, aunque, por ahora, permanece de modo casi
invisible.
1.2 En esa muchedumbre el vidente del Apocalipsis encuentra gentes de toda raza,
lengua, pueblo y nación. Otra imagen que nos sorprende. Tal vez estamos
acostumbrados a pensar la salvación en términos de élites y de exclusiones: los del
hemisferio Norte tienen un nivel de vida, y los del Sur, otro; los ricos gozan lo que
no pueden disfrutar los pobres; los educados y los incultos, los sanos y los
enfermos. Siempre parece que la salvación y la felicidad son para un grupo cerrado
que deja excluido al resto. La alegría del Apocalipsis es distinta; en ella la exclusión
ha sido excluida.
1.3 La muchedumbre de la tierra se une a la muchedumbre del cielo. Pensábamos
que luchábamos solos, que sufríamos solos, que no teníamos más compañía que
nuestras propias ideas y recursos. De repente, el velo se corre y vemos que
estamos y que siempre estuvimos acompañados. Millares de ángeles se gozan en el
mismo Dios nuestro, y nuestro gozo es su mismo gozo.
2. Los que han buscado al Señor.
2.1 En el salmo de respuesta hemos dado un nombre a esa hermosa
muchedumbre: "los que buscan al Señor". La santidad es presencia de Dios, y por
eso es primero búsqueda de Dios. Podemos decir que un santo es aquel que ha sido
consecuente y perseverante en su búsqueda de Dios. Pecar es dejar de buscar; el
gran pecado es "estacionarse", sentarse al borde del camino y dejar de buscar.
2.2 Esto significa que nuestras faltas y caídas de cada día no deben desesperarnos,
porque precisamente lo único grave, lo único irreparable es la desesperación. Es
ella la que pretende estacionarnos y detenernos. Pedro traicionó a Jesús; Judas
traicionó a Jesús. Sin embargo, Pedro no se estacionó, no se quedó en su pecado;
Judas, hasta donde sabemos, sí. Por eso Judas perdió la gracia del apostolado;
Pedro, no.
2.3 Si miramos a la muchedumbre del día de hoy, la muchedumbre de los santos
que han "buscado al Señor", otra enseñanza nos queda clara: los caminos de la
búsqueda son múltiples. La caridad, la penitencia, la predicación, el martirio, la
oración escondida, la denuncia profética... ¡cuántos caminos diversos tienen sin
embargo un mismo destino: la bienaventuranza! Esto quiere decir que cada uno y
cada una de nosotros puede y debe buscar y encontrar su camino, sin dejar de
buscar y encontrar al único que es Camino, es decir, Jesucristo.
3. Las bienaventuranzas de Cristo: brújula de santidad para los cristianos.
3.1 El Evangelio nos ofrece la brújula, la carta de navegación hacia la santidad
como Dios la quiere en nuestras vidas. Santidad no es lo que nosotros imaginemos
sino lo que Dios nos enseña. Jesús es el Santo de Dios y en su vida y su palabra
está la santidad que Dios ha pensado para nuestras vidas.
3.2 Las bienaventuranzas de Cristo son realidades que se viven en esta tierra y que
preparan la bienaventuranza más allá de esta tierra. No podemos separar la
existencia terrena de la vida más allá de este mundo. Quien rechaza las
bienaventuranzas ¿podrá aspirar a la bienaventuranza? Quien no acoge a Cristo
como Maestro de felicidad en este mundo, ¿podrá gozar de la felicidad que él
anuncia más allá de este mundo?
3.3 Esta bienaventuranza celestial se anticipa en el banquete eucarístico. El Cristo
que comulgamos hoy es el mismo Cristo que nos recibirá en la gloria; el mismo que
se dará como alimento dulcísimo en el cielo, para regocijo de ángeles y hombres.
Aprender a comulgar es un ejercicio de cielo. Una misa bien vivida es una escuela
de alegría, de alabanza y sobre todo de gratitud.