UNA LUPA HACIA EL CIELO
Padre Javier Leoz
Noviembre llama a nuestras puertas y, en sus primeros compases, los
sentimientos se avivan y se agolpan a las puertas de nuestro corazón .
1. TODOS LOS SANTOS nos recuerda que, hoy y aquí, es posible ser diferente. Que
dejarse arrastrar por la corriente, además de no ser bueno, nos convierte en
vulgares y nos hace perder nuestra propia personalidad. Para mirar hacia el cielo, la
mejor lupa, es el testimonio de millares de personas que llevaron una vida santa,
cordial, caritativa y que, tal vez, pasaron sin mucho ruido por el mundo pero
haciendo el bien. ¡VIVAN TODOS LOS SANTOS!
Qué bonita frase la del Papa Juan XXIII, pr￳ximamente santo: “Hemos venido a
este mundo a estar un rato para marchar, luego, de nuevo al cielo”. Los santos
vivieron con esa convicción: eran nómadas y, en ese peregrinaje, no quisieron
dejar a un lado al Creador. Se pusieron las pilas y, por sus obras o por sus
silencios, por su grandeza de corazón o por su pobreza de espíritu, se han
convertido –pública o anónimamente- en un modelo de referencia. Hoy, TODOS
LOS SANTOS, es el aplauso bien merecido por parte de toda la Iglesia que, como
madre, no olvida a ninguno de sus hijos.
2. ¿Y nosotros? Acostumbrados a competir en la carrera que la sociedad nos ofrece,
tal vez la santidad, no esté de moda o las bienaventuranzas resulten incómodas
para un mundo que prefiere gozar a sufrir, reír a llorar, enriquecerse a presentarse
como pobre o vivir en la mediocridad antes que agarrarse a la perfección. Por ello
mismo, la Fiesta de Todos los Santos, nos interpela: ¿Y nosotros? ¿En qué
competimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué motivaciones tenemos? ¿Humanas?
¿Cristianas? ¿Divinas?
-Aquellos que vencieron, Todos los Santos , nos invitan a que –detrás de
nosotros- sepamos dejar una historia de amor, una trayectoria divina (con Dios) y
no solamente humana (exclusivamente regida por los parámetros del mundo).
-Aquellos que vencieron, Todos los Santos, nos animan a que –nuestro nombre
y apellido- no quede perdido en la losa del mármol fácil y enga￱oso del “todo vale”
y sí en el libro de un Dios que no olvida al que, con los pies en la tierra, sabe que
hay una fuerza poderosa en el cielo, una meta final, un destino que no es otro que
la eternidad.
3.- Hoy, Todos los Santos, es ese mosaico de innumerables hombres y mujeres
que pasaron por este mundo sin “ton ni son” (sin tonalidad ni sonido) pero que
fueron brillantes, por su humildad, ante los ojos de Dios.
--Hoy, Todos los Santos , nos enseña que –la primera división- no es la
clasificación simple e interesada en la que nos colocan los poderosos o gobernantes
de nuestro mundo sino aquella otra que, dirigida por Dios, puntúa por la fortaleza,
la humildad, el servicio, la entrega o la cintura cristiana que supimos tener en los
años que permanecimos en esta tierra.
--Hoy, Todos los Santos , es un surtidor de vida. ¡Sí! ¡De vida! Un eco de aquellas
impresionantes hazañas (traspasadas por el sufrimiento, la cruz, la obediencia, el
deseo de justicia, verdad, esperanza, alegría, ilusi￳n….) que se convierten para
nosotros en un interrogante: ¿Y tú? ¿Serás eco de algo divino? ¿Serás huella del
cielo o ruido del mundo? ¿Serás santo o demonio? ¿Perseverarás hasta el final o te
quedarás en la cuneta de la vida fácil y sin Dios?
5.- Los cementerios, en este día de Todos los Santos, se convierten en un inmenso
retablo que nos recuerda y nos ayuda a vivir el sentido de esta fiesta: aquí, muy
cerca de nosotros, han vivido gente de carne y hueso que, sin saberlo nosotros,
fueron y son santos ante Dios. Que ellos, desde la otra orilla, nos ayuden a cincelar
la santidad de nuestra historia personal y comunitaria con el ejercicio de las cosas
sencillas. ¡VIVAN TODOS LOS SANTOS!
6.- ¿SANTO? ¿ES POSIBLE?
Marchasteis por la vida, orientados por la estrella de la fe
y, cuando en medio de tempestades,
la barca de vuestra vida era zarandeada
Dios siempre salió a vuestro encuentro,
como la madre lo hace con su hijo en cada amanecer.
¡Sois santos!
No sabemos exactamente c￳mo, en donde… ni cuando
Algunos sois familiares, cercanos e incluso
os ponemos figura, semblante y hasta canciones
Pero, a la gran mayoría,
os elevamos en ese inmenso altar
que no conoce más techo que el cielo
Os tallamos en ese descomunal retablo
que, sólo Dios, es capaz de esculpir con su mano.
¡Sois santos!
Y, ello, nos empuja en el sendero de nuestra existencia
a intentar conquistar las mismas metas que, en vosotros,
fueron motor y definición de vuestro vivir y sufrir.
¿Sois santos?
¿Cuántos? ¿Cómo? ¿De qué manera?
No preguntemos tanto
La santidad se talla con el cincel que cada día nos ofrece la vida
¿Cuántos?
Sólo interesa a Aquel que los forja: Dios
¿De qué manera?
¡Qué gran torno y fábrica de santos las bienaventuranzas!
Demos gracias a Dios.
Nos ha dejado una hoja de ruta para llegar hasta el final
Ocho puntos, que son como ocho soles para iluminar la santidad
Ocho jugadas para hacerlo en limpio,
frente al intento de hacerlo a traición.
Ocho consejos necios para el mundo, pero sabios para el Señor
Ocho caminos que son servir a la grandeza de Dios: el amor
¿Santos? ¿Es posible hoy? ¡Claro que sí!
Dicen que, el salmón, es tan rico porque nada contracorriente
Por ello mismo, los santos, son tan enriquecedores
para nuestra iglesia y para nuestra fe
Supieron decir “no” donde el mal decía “sí”
Tuvieron agallas de se￱alar un “sí” donde el maligno gritaba “no”
Ahora, no puede ser de otra manera,
en el cielo destellan multitud de los nuestros
por Toda una vida de fe, de confianza y de amor
¿Seremos capaces de aspirarlo nosotros?