Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 31
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los
seres * Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. * Que Cristo sea
glorificado en vosotros, y vosotros en él * El Hijo del hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que estaba perdido
Textos para este día:
Sabiduría 11, 22-12,2:
Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota
de rocío mañanero que cae sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados
de los hombres, para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado
alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.
Todos llevan tu soplo incorruptible.
Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los
reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.
Salmo responsorial: 144:
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras
día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor
es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que
proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene
a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. R.
2 Tesalonicenses 1, 11-2, 2:
Hermanos: Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra
vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la
fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él,
según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de
nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por
supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día
del Señor está encima.
San Lucas 19, 1-10:
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién
era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más
adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida,
porque hoy tengo que alojarme en tu casa."
Él bajo en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un
pecador."
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor,
se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces
más."
Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de
Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."
Homilía
Temas de las lecturas: Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los
seres * Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. * Que Cristo sea
glorificado en vosotros, y vosotros en él * El Hijo del hombre ha venido a buscar y a
salvar lo que estaba perdido
1. El Mensaje de la Misericordia
1.1 Las lecturas de hoy nos dejan ver de modo particular la inmensidad de la
misericordia divina que todo lo abarca. Aunque la misericordia está particularmente
ligada a la obra de la redención, como queda bien manifiesto en el evangelio de
hoy, estaba ya presente desde el hecho mismo de la creación: al Señor Dios nadie
le obligó a crear; nos ha creado sólo por amor de gratuidad. Esta idea aparece en el
texto de la primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría.
1.2 Cabe recordar que Lucas, el evangelista que hemos venido escuchando los
domingos de este año litúrgico, gusta de hacer énfasis en la compasión de Cristo.
Lo habíamos notado ya en sus relatos inmortales de la misericordia, como la oveja
perdida o el hijo pródigo. Esta sensibilidad de Lucas por la misericordia de Cristo
hace que en este evangelio sintamos muy cercano al Hijo de Dios. Por eso se ha
dicho que Lucas es el evangelista de la humanidad de Cristo.
2. Misericordia y Conversión
2.1 La misericordia divina no es sólo un "sentimiento." Produce fruto y su fruto es
la conversión. La primera lectura lo describe de modo poético, muy hermoso: "a los
que caen, los vas recogiendo poco a poco, los reprendes y les traes a la memoria
sus pecados, para que se arrepientan de sus maldades y crean en ti Señor."
2.2 Es interesante notar en este último versículo que la misericordia en realidad no
elimina la justicia. El reconocimiento del pecado cometido es una obra de la
misericordia adentro de nosotros; tal reconocimiento mueve a dolor de amor, es
decir, arrepentimiento. Tal dolor es de algún modo también obra de justicia que nos
hace "pagar" por el mal cometido. No es entonces que la misericordia elimine el
hecho de la culpa o el hecho de que es necesaria una restitución de la gloria divina
que hemos usurpado y robado con esa culpa. La misericordia no quita la obra de la
justicia, ni la justicia excluye el poder de la misericordia: van juntas porque vienen
de Dios.
2.3 Esto es aún más claro en el texto del evangelio de hoy. Zaqueo se siente
inundado de alegría por la salvación que ha llegado hasta su casa, como le declara
el mismo Cristo (Lc 19,9). Esa alegría va acompañada de obras de justicia: "Señor,
voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien le
restituiré cuatro veces más" (Lc 19, 8). Esto es bueno recordarlo porque muestra
que la grandeza del perdón recibido se expresa de manera natural en la magnitud
del cambio de actitudes y en los actos de restitución y justicia, sobre todo para con
los más pequeños y pobres. Sólo cuando esas palabras brotan de labios de Zaqueo,
Jesús añade que la salvación "ha llegado."
3. Misericordia y Alegría
3.1 No podemos despedirnos de estos textos sin apuntar algo sobre el vínculo entre
la misericordia y la alegría. Si el corazón egoísta sufre como primer castigo la
soledad, y a ella pronto le siguen la desconfianza, la amargura y la desazón, es bien
lógico que a la entrada de la misericordia le siga una profunda sensación de
liberación, acompañada de gozo y alabanza. Experimentar misericordia sana.
Brindar misericordia regenera y levanta.
3.2 No puedo callar lo que he visto: las personas que viven metidas en su pequeño
círculo de intereses (su casa, sus amigos, sus mascotas) tienden a sentirse
enfermas y ansiosas; las personas que abren su corazón a otros y que tienen
tiempo y amor para compartir, especialmente con los necesitados, tienden a
transmitir salud, vigor, optimismo. Así nos hizo Dios.