XXXI Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sábado
Lecturas bíblicas
a.- Rom.16, 3-9. 16. 22-27: Saludaos unos a otros con el beso santo.
b.- Lc. 16, 9-15: El que no es honrado en lo poco, tampoco lo será en lo
mucho.
Este evangelio es una aplicación de la parábola del administrador infiel; tres
aplicaciones concretas y actitudes frente al dinero y en uso del mismo. La primera:
“Haceos amigos con el dinero injusto, para que cuando llegue a faltar, os reciban en
las eternas moradas” (v. 9). Hay que usar bien el dinero a fin de asegurar la
situación en la hora de la muerte; Jesús, llama al dinero injusto, porque puede
llevar al hombre a faltar a la honradez o ser fruto de la misma. Cuando falten,
entonces, los bienes terrenos, serán recibidos en el reino de los cielos. Invitación
sabía al uso del dinero mediante una inversión caritativa en el prójimo. La segunda
es. “El que es fiel en lo insignificante, lo es también en lo importante” (v. 10). Dios
nos ha confiado lo menudo, como son los bienes de la tierra, si somos fieles en
cuidar eso, sabremos ser administradores de los bienes del reino de Dios, los que
valen de veras son éstos y no aquellos. La tercera es: “Ningún criado puede servir a
dos se￱ores, porque aborrecerá a uno y amará al otro…No podéis servir a Dios y al
dinero” (v. 13). Servir, aquí conserva su sentido bíblico, de culto a Dios, por lo
tanto, quien sirve a Dios y ama a sus hermanos, es imposible que ponga la riqueza
como meta de su vida. Si el dinero no nos sirve para ganar amigos poniéndolos al
servicio de los demás, ese dinero o riqueza se convierten, en un ídolo que desplaza
a Dios del corazón del hombre. Relacionar este evangelio con los ricos solamente es
injusto, porque el mensaje es para todos. También el pobre, el joven, el niño, todos
somos aficionados al dinero, tenemos afanes de ser ricos. El dinero, como ídolo
tirano nos deshumaniza e insensibiliza ante las necesidades de los demás, al verlos
como mercancía, y no como seres humanos. El dinero hace que en su altar se
sacrifiquen los valores humanos y cristianos, la salud y hasta la vida. Todo esto
crea una alternativa irreconciliable: Dios o el dinero; optamos por el Reino de Dios
y su justicia o por el dios dinero y la injusticia (cfr. Mt. 6, 21). En definitiva, Jesús
no condena ni el dinero ni la riqueza, sino el mal uso que se hace de él. Éstos
deben estar al servicio del hombre, de la familia y la sociedad para el desarrollo y
bienestar de todos los hijos de Dios. Hay que ser buenos administradores del dinero
desde jóvenes, pero sin olvidar que Jesús se hizo pobre por nosotros y proclamó
bienaventurados a los pobres.
Teresa de Jesús, supo de amistades y por eso para ella la fidelidad y la honradez en
los compromisos contraídos, son asuntos muy importantes. “¡Oh Se￱or mío, c￳mo
sois Vos el amigo verdadero! ¡Y, como poderoso, cuando queréis podéis, y nunca
dejáis de querer si os quieren! ¡Alaben os todas las cosas, Señor del mundo! ¡Oh
quién diese voces por El para decir cuán fiel sois a vuestros amigos! Todas las
cosas faltan. Vos, Señor de todas ellas, nunca faltáis. Poco es lo que dejáis padecer
a quien os ama. ¡Oh Señor mío, qué delicada y pulida y sabrosamente lo sabéis
tratar! ¡Oh, quién nunca se hubiera detenido en amar a nadie sino a Vos! Parece,
Señor, que probáis con rigor a quien os ama, para que en el extremo del trabajo se
entienda el mayor extremo de vuestro amor.” (V 25,17).