EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
martes 05 Noviembre 2013
Martes de la trigésima primera semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 12,5-16a.
También todos nosotros formamos un solo Cuerpo en Cristo, y en lo que respecta a
cada uno, somos miembros los unos de los otros.
Conforme a la gracia que Dios nos ha dado, todos tenemos aptitudes diferentes. El
que tiene el don de la profecía, que lo ejerza según la medida de la fe.
El que tiene el don del ministerio, que sirva. El que tiene el don de enseñar, que
enseñe.
El que tiene el don de exhortación, que exhorte. El que comparte sus bienes, que
dé con sencillez. El que preside la comunidad, que lo haga con solicitud. El que
practica misericordia, que lo haga con alegría.
Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien.
Amense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos.
Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor.
Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la
oración.
Consideren como propias las necesidades de los santos y practiquen
generosamente la hospitalidad.
Bendigan a los que los persiguen, bendigan y no maldigan nunca.
Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran.
Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los
más humildes. No presuman de sabios.
Salmo 131(130),1.2.3.
Señor, mi corazón no es engreído
ni mis ojos altaneros:
no he tomado un camino de grandezas
ni de prodigios que me superaran.
Al contrario, tranquila y en silencio
he mantenido mi alma,
como un niño saciado que se aprieta a su madre;
mi alma en mí nada reclama.
¡Que Israel cuente con el Señor,
desde ahora y para siempre!
Evangelio según San Lucas 14,15-24.
Al oír estas palabras, uno de los invitados le dijo: "¡Feliz el que se siente a la mesa
en el Reino de Dios!".
Jesús le respondió: "Un hombre preparó un
gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente
que dijera a los invitados: 'Vengan, todo está preparado'.
Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'Acabo de
comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes'.
El segundo dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego
me disculpes'.
Y un tercero respondió: 'Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir'.
A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo:
'Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a
los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos'.
Volvió el sirviente y dijo: 'Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar'.
El señor le respondió: 'Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la
gente para que entre, de manera que se llene mi casa.
Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi
cena'".
Comentario del Evangelio por :
San Ambrosio (c.340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario al Evangelio de Lucas, 7, 200-203; SC 52 (trad. cf SC p. 84)
«Insiste para que entre la gentel, hasta que mi casa esté llena»
Los invitados se excusan, siendo así que el Reino no se cierra a nadie, a no ser que
se excluya él mismo por su palabra. En su clemencia, el Señor invita a todo el
mundo, pero es nuestra desidia o nuestra desviación quien nos aleja de él. Aquel
que prefiere comprar un terreno es ajeno al Reino; en tiempo de Noé, compradores
y vendedores fueron tragados, por igual, por el diluvio (Lc 17,28)... Igualmente el
que se excluye porque se ha casado, porque está escrito: “si alguno se viene
conmigo y no pospone a su padre y a su madre y a sus hijos, y a sus hermanos y a
sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,26)...
Así que, después del desprecio orgulloso de los ricos, Cristo se vuelve hacia los
paganos; hace entrar a buenos y malos, para hacer crecer a los buenos y para
mejorar las disposiciones de los malos... Invita a los pobres, a los enfermos, a los
ciegos, lo cual os muestra que la enfermedad física no deja a nadie fuera del Reino,
o bien que la enfermedad de los pecados, se cura por la misericordia del Señor...
Manda, pues, a las encrucijadas de los caminos a buscarlos, porque “la Sabiduría
grita allí done los caminos se entrecruzan” (Pr 1,20). Los envía a las plazas, porque
ha dicho a los pecadores que abandonen los caminos anchos y encuentren el
camino estrecho que conduce a la vida (Mt 7,13). Los envía a las carreteras y a lo
largo de los setos, porque son capaces de alcanzar el Reino de los Cielos aquellos
que, no estando retenidos por los bienes de este mundo, se afanan hacia los
venideros, comprometidos en el camino de la buena voluntad..., oponiendo la
muralla de la fe, a las tentaciones del pecado.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”