Comentario al evangelio del Sábado 09 de Noviembre del 2013
Hermanas y hermanos:
Celebramos hoy una fiesta poco conocida: la Dedicación de la basílica de Letrán, que es la Catedral del
Papa, obispo de Roma. Tal día como hoy –el 9 de noviembre del 324– acabadas las persecuciones, los
cristianos dedicaron a «El Salvador» esta basílica laterana, edificada sobre el monte Celio. En ella
residieron los sucesores de Pedro durante siglos y en ella tomaban posesión de su cargo. Por ello, se la
considera la madre y cabeza de todas las iglesias del mundo.
Es significativo que la liturgia de la Palabra nos proponga para hoy el relato de la expulsión de los
vendedores del templo. El evangelista Juan coloca este episodio a continuación de las bodas de Caná,
donde Jesús transforma en “vino nuevo y bueno” el agua de las tinajas. Aquella agua, destinada para la
purificación de los judíos, era símbolo palmario de la religión judía. Al encadenar ambos relatos se
resalta, entre otras cosas, que una religión puede ser hueca y vacía, aunque sus apariencias sean
espléndidas, si le falta el espíritu y la autenticidad. Directamente es una advertencia crítica para
nosotros. Nuestra “vida cristiana” puede quedar sin corazón y convertirse en un trapicheo o en un
artificio para comprar a Dios. Esa condena de una religión sin fe y sin espiritualidad se ha dado
siempre y se sigue dando frecuentemente.
Este episodio ha quedado además marcado en la tradición cristiana como un hito, por dar pie a la
acusación concluyente y posterior condena de Jesús a muerte por oponerse provocativamente a los
abusos que se hacían en el templo. Juan ha adelantado al comienzo de su actividad lo que los otros
evangelios proponen al final (Mc 11,15-17; Mt 21,12-13; Lc 19,45-46). Por tanto no es una anécdota
más. Funda la causa de la muerte de Jesús. Este reclama la dignidad y el valor del templo, al que
denomina “la casa de mi Padre”. Cuando Dios lo habita, su belleza se refleja en las actitudes del
corazón de sus fieles. El valor del templo está en que impulse la auténtica relación con Dios y el
verdadero culto y, junto a ello la auténtica relación con los otros en fraternidad y servicio. Jesús
inaugura e impulsa una nueva relación con Dios más auténtica, fraterna y “espiritual”, que transforma
a las personas, hasta el punto de convertirse Él mismo en el nuevo Templo de Dios. En nuestra época,
en la que nuestros coetáneos abarrotan otros templos -cines, estadios, grandes superficies comerciales,
discotecas…- bueno será recordar la belleza del salmo: «Hasta el gorrión ha encontrado una casa y la
golondrina un nido: tus altares, Señor de los ejércitos»
Hermano en el Señor
Juan Carlos cmf
Juan Carlos Martos, cmf