EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
jueves 07 Noviembre 2013
Jueves de la trigésima primera semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 14,7-12.
Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí.
Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la
vida como en la muerte, pertenecemos al Señor.
Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos.
Entonces, ¿Con qué derecho juzgas a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? Todos,
en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios, porque está escrito:
Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, dice el
Señor.
Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios.
Salmo 27(26),1.4.13-14.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién he de temer?
Amparo de mi vida es el Señor,
¿ante quién temblaré?
Una cosa al Señor sólo le pido,
la cosa que yo busco
es habitar en la casa del Señor
mientras dure mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y cuidar de su santuario.
La bondad del Señor espero ver
en la tierra de los vivientes.
Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba!,
espera en el Señor.
Evangelio según San Lucas 15,1-10.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los
pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
"Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el
campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría,
y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo,
porque encontré la oveja que se me había perdido".
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo
pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan
convertirse".
Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende
acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense
conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido".
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo
pecador que se convierte".
Comentario del Evangelio por:
San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Tratado sobre el evangelio de San Lucas 7, 207-209
Las tres parábolas de la misericordia
No carece de significado que Lucas nos haya presentado tres parábolas seguidas:
La oveja perdida se había descarriado y fue recobrada, la dracma perdida fue
hallada; el hijo pródigo que daban por muerto lo recobraron con vida, para que,
solicitados por este triple remedio, nosotros curásemos nuestras heridas. ¿Quién es
este padre, este pastor, esta mujer? ¿No es Dios Padre, Cristo, la Iglesia? Cristo
que ha cargado con tus pecados te lleva en su cuerpo; la Iglesia te busca; el Padre
te acoge. Como un pastor, te conduce; como una madre, te busca; como un padre
te viste de gala. Primero la misericordia, después la solicitud, luego la
reconciliación.
Cada detalle conviene a cada uno: el Redentor viene en ayuda, la Iglesia asiste, el
Padre se reconcilia. La misericordia de la obra divina es la misma, pero la gracia
varía según nuestros méritos. La oveja cansada es conducida por el pastor, la
dracma perdida es hallada, el hijo vuelve donde su padre y vuelve plenamente
arrepentido de su mala vida...
Alegrémonos, pues, que esta oveja que había perecido en Adán sea recogida en
Cristo. Los hombros de Cristo son los brazos de la cruz; aquí he clavado mis
pecados, aquí, en el abrazo de este patíbulo he descansado.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”