XXXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sábado
a.- Sab. 18,14-16; 19,6-9: Se vio el mar Rojo como camino.
b.- Lc. 18, 1-8: ¿Cuando vuelva el Hijo del Hombre encontrará fe en la
tierra?
Este evangelio nos habla de la necesidad de orar sin desfallecer para que venga
pronto el Hijo del Hombre y su justicia. Es la Iglesia primitiva la que espera la
llegada de su Señor que cree inminente. El juez de la parábola no es hombre
religioso, porque no teme a Dios ni a los hombres (v.2), tampoco era un buen juez,
porque olvida lo esencial de su profesión: dar protección a los menos favorecidos.
La viuda, mujer seguramente pobre, con pleito financiero o de herencia que no
puede resolver si no interviene el juez. Pide que sus derechos sean respetados, que
la otra parte cumpla sus obligaciones y por lo mismo, pide día a día que el juez
cumpla con su deber: impartir justicia. La mujer pertenece a grupo de los justos
que interceden a Yahvé para que venga el Hijo del Hombre. Del juez la mujer no
esperaba compasión sino que éste, pensó que sus visitas le estaban impacientando,
su reputación podía venirse abajo si no obraba, por lo cual decidió hacerle justicia.
La viuda ha tenido éxito con su insistencia, su perseverancia hasta convertirse en
modelo para los apóstoles y todo cristiano de una oración incesante ante Dios. La
explicación de Jesús es hacer una comparación entre el juez y Dios en cuanto
hacedor de favores. Si el juez que era malo hizo el bien a la viuda, cuánto más hará
Dios por sus elegidos. En el trasfondo de la parábola está la importancia de la
oración continua y por otra parte, encontramos que Dios hará justicia a los que
sufren por su causa, castigando a los poderosos (cfr. Ex. 35, 11-24). Los elegidos,
el pequeño resto de Israel, luego se convirtió en denominación de los que
permanecieron fieles, los cristianos asumieron se nombre y contenido (cfr. Rom. 8,
33). La tardanza de Dios en responder es un problema serio y por ello se habla de
la paciencia de Dios para con el hombre para que se convierta y le da tiempo para
ello o también que Dios pone a prueba la fe de los hombres y les concede gracias
para sigan creyendo y no desfallezcan. Lo seguro es que Dios actuará, de repente,
de improviso, pero actuará, finalmente hará justicia. La pregunta de Jesús acerca
de si habrá fe cuando ÉL vuelva, se entiende porque va camino de Jerusalén y sabe
que los suyos lo abandonarán, si lo hacen en ese momento sublime de su vida,
¿qué será al final de los tiempos? (cfr. Mt. 24,10; 2Tes. 2,3). En la pregunta se
entrevé la tristeza de Jesús, antes de llegar a la ciudad santa y su trágico
desenlace. Lucas, quiere inculcar en sus lectores este principio: quien deja de rezar
y orar pierde la fe. La esperanza de ver en su plenitud la justicia de Dios
manifestada en el regreso glorioso de Cristo Jesús, donde los malvados
desaparecerán para siempre y los elegidos entrarán en el gozo de su Señor.
El tema de este evangelio es sobre la oración perseverante. Tiene amplia
experiencia Teresa de Jesús en saber persevera en la oración después de su
conversi￳n: “Si en la oraci￳n persevera…tengo por cierto la saca el Se￱or a puerto
de salvaci￳n” (Vida 8, 5).