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Día litúrgico: Domingo XXXII (C) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 20,27-38): En aquel tiempo, acercándose algunos de los
saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección (…). Jesús les dijo: «(…) Que
los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama
al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de
muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
Vida eterna: “Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os
quitará vuestra alegría”
Hoy, de algún modo, deseamos la vida misma, la verdadera, la que no se vea
afectada ni siquiera por la muerte; pero, al mismo tiempo, no conocemos eso hacia
lo que nos sentimos impulsados.
Esta realidad desconocida es la “verdadera esperanza” que nos empuja y, al mismo
tiempo, su desconocimiento es la causa de todas las desesperaciones. La expresión
“vida eterna” trata de dar un nombre a esta desconocida realidad conocida.
Podemos solamente tratar de salir con nuestro pensamiento de la temporalidad a la
que estamos sujetos y augurar de algún modo que la eternidad no sea un continuo
sucederse de días del calendario, sino como el momento pleno de satisfacción, en el
cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad. Sería el momento
del sumergirse en el océano del amor infinito, en el cual el tempo —el antes y el
después— ya no existe.
—En el Evangelio de Juan, Jesús lo expresa así: “Volveré a veros y se alegrará
vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría”.
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