Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 32, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: La sabiduría es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la
actividad de Dios * Tu palabra, Señor, es eterna. * El reino de Dios está dentro de
vosotros
Textos para este día:
Sabiduría 7,22-8,1:
La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil,
penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible,
benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante,
que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos. La sabiduría es más
móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra
todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del
Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo
nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.
Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y,
entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y
profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría. Es más bella que el
sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a
éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le puede el mal. Alcanza con
vigor de extremo a extremo y gobierna el universo con acierto.
Salmo 118:
Tu palabra, Señor, es eterna, / más estable que el cielo. R.
Tu fidelidad de generación en generación, / igual que fundaste la tierra y
permanece. R.
Por tu mandamiento subsisten hasta hoy, / porque todo está a tu servicio. R.
La explicación de tus palabras ilumina, / da inteligencia a los ignorantes. R.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / enséñame tus leyes. R.
Que mi alma viva para alabarte, / que tus mandamientos me auxilien. R.
Lucas 17,20-25:
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de
Dios Jesús les contestó: "El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni
anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de
vosotros." Dijo a sus discípulos: "Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día
con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí, no os
vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el
Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por
esta generación."
Homilía
Temas de las lecturas: La sabiduría es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la
actividad de Dios * Tu palabra, Señor, es eterna. * El reino de Dios está dentro de
vosotros
1. ¿Y qué es la Sabiduría?
1.1 La primera lectura escoge entre lo más hermoso de nuestro lenguaje para
cantar la belleza, el poder y la presencia indeclinable de la sabiduría. Damos la
palabra a Santo Tomás de Aquino, que en su primera lección como profesor bíblico
en París decía lo que sigue.
1.2 La Sagrada Escritura es elogiada por tres cosas: primero por la autoridad por la
cual mueve, al decir: "Este es el libro de los mandatos de Dios"; segundo por razón
de la verdad eterna por la cual instruye, al decir: "Y la Ley que existe para
siempre"; tercero, por la utilidad por la que atrae, al decir: "Todos los que la
guardan llegarán a la vida." (Cf. Bar 4,1).
1.3 La autoridad de esta Escritura se muestra eficaz por tres razones. Ante todo por
su origen, ya que Dios es su origen. Por eso dice De los mandatos de Dios. Y
también: El descubrió el camino entero de la ciencia, y se lo enseñó a su siervo
Jacob, y a Israel su amado (Bar 3,37); y asimismo: Pues si la palabra promulgada
por medio de los ángeles obtuvo tal firmeza que toda transgresión y desobediencia
recibió justa retribución, ¿cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan
gran salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego
confirmada por quienes la oyeron, testificando también Dios con señales y
prodigios, con toda suerte de milagros y dones del Espíritu Santo repartidos según
su voluntad (Heb 2, 2-4). Y a este autor ha de creerse infaliblemente: tanto por la
condición de su naturaleza, ya que es la verdad (como dice en Jn 14,4: Yo soy el
camino, la verdad y la vida), cuanto por la plenitud de la ciencia (San Pablo dice:
¡Oh profundidad de las riquezas de sabiduría y ciencia de Dios!), cuanto,
finalmente, por el poder de las palabras (leemos en Heb 4,12: Ciertamente, es viva
la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos).
1.4 En segundo lugar, se muestra eficaz por razón de la necesidad que impone,
como leemos en Mc 16,16: El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea,
se condenará. Por este motivo, la verdad de la Sagrada Escritura se propone por
modo de precepto, y por ello se dice: De los mandatos de Dios. Estos mandatos
dirigen a la inteligencia a través de la fe: Creéis en Dios: creed también en mí (Jn
14,1); informan al afecto por medio del amor: Este es el mandamiento mío: que os
améis los unos a los otros como yo os he amado (Jn 15,12); e inducen al acto y a
la ejecución: Haz esto, y vivirás (Lc 10,28).
1.5 Y en tercer lugar, se muestra eficaz por la uniformidad de las sentencias, ya
que todos los que transmitieron la sagrada doctrina enseñaron lo mismo, como
recuerda el Apóstol: Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto
es lo que habéis creído (1 Cor 15,11). Esto es necesario porque todos tuvieron un
único maestro, como se lee en Mt 23,8: Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar
"Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos.
Además, tuvieron un único Espíritu: ¿No hemos obrado según el mismo espíritu? (2
Cor 12,18). Y finalmente, ha sido uno el afecto: La multitud de los creyentes no
tenía sino un solo corazón y una sola alma (Hech 4,32). Por esto, como signo de
esta uniformidad de doctrina se dice a propósito Este es el libro.
2. Verdad y Utilidad de la Sagrada Escritura
2.1 La verdad de esta doctrina de la Escritura es inmutable y eterna. En Lc 21,33
leemos: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Este ley, por su
parte, permanece para siempre por tres razones. Primero, por la potestad de su
legislador, como se dice en Is 14,27: Si el Señor de los Ejércitos toma una decisión,
¿quién la frustrará? Si él extiende su mano, ¿quién se la hará retirar? En segundo
lugar, por razón de su inmutabilidad, como se dice en Mal 3,6: Yo soy Dios y no
cambio. Y también en Num 23,19: No es Dios un hombre, para mentir, ni hijo de
hombre, para volverse atrás. ¿Es que él dice y no hace, habla y no lo mantiene?
Finalmente, en tercer lugar, permanece por razón de la verdad de este misma ley:
Todos tus mandatos son verdad (Sal 118 [119],86); también en Prov 12,19: Los
labios sinceros permanecen por siempre, la lengua mentirosa dura un instante. […]
2.2 Por su parte, la utilidad de esta Escritura es máxima. Dice Is 48,17: Así dice el
Señor, tu redentor, el Santo de Israel. Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo en lo que
es provechoso y te marco el camino por donde debes ir. Por eso sigue diciendo
Todos los que la guardan llegarán a la vida, lo cual se entiende según una triple
consideración. Primero, en relación a la vida de la gracia, a la cual la Sagrada
Escritura dispone, como leemos en Jn 6,63: Las palabras que os he dicho son
espíritu y son vida. De hecho, a través de esta vida el espíritu vive para Dios: no
vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la
carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí
(Gal 2,20). En segundo lugar, en referencia a la vida que consiste en las obras de la
justicia, a la cual vida la Escritura dirige. Se dice, en efecto, en Sal 118 [119], 93:
Jamás olvidaré tus leyes, por ellas tú me das la vida. Y en tercer lugar, se dice esto
en relación a la vida de la gloria, que la Sagrada Escritura promete y a la cual
conduce: Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn
6,68). Igualmente, se nos dice en Jn 20,31: Estas cosas han sido escritas para que
creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en
su nombre.