Comentario al evangelio del Viernes 22 de Noviembre del 2013
Parece ser que para Lucas esta escena de la purificación del templo se convierte en el objetivo de la
entrada de Jesús en Jerusalén. Y así prepara el templo como lugar de su enseñanza, atentamente
seguida por el pueblo, pero rechazada por sus dirigentes.
Con esta acción de la expulsión de los vendedores Lucas quiere subrayar varias cosas: Jesús no es
contrario al Templo; en el corazón de cada judío está inscrito el Templo como el más importante
emblema religioso de la nación. Él sólo reclama que se utilice para lo que es: «casa de oración», como
está escrito en Isaías 56,7.
Al purificar el Templo, Jesús desenmascara el extremo al que había llegado la «casa de Dios» que, de
emblema religioso y lugar de encuentro de la comunidad con su Dios, había pasado a ser emblema de
opresión y centro de traficantes.
Pero el “atrevimiento” de Jesús no va a quedar impune ante las autoridades religiosas que utilizan el
templo para acumular sus riquezas. Ese mismo día deciden eliminar a Jesús. No pueden hacerlo de
inmediato porque «todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras». Pero la decisión está ya más que
tomada.
Es interesante observar la importancia social que adquieren los lugares de culto. Los cristianos a lo
largo de los siglos han cuidado estos lugares hasta en las épocas más oscuras de las persecuciones en
Roma, por ejemplo, en las catacumbas.
Yo he vivido en el interior del Paraguay durante años acompañando a comunidades campesinas. Sí, lo
primero era la escuela para enseñar a los niños, pero enseguida venía el Oratorio o la Capilla para
honrar a su santo patrono. Y así iba tomando forma y organización la comunidad.
Me acuerdo que cuando se trataba de emprender estas obras comunitarias siempre había algunos que
pensaban en recurrir a algún estanciero vecino o a alguna autoridad que mostraba en sus discursos
interés por apoyar las iniciativas del pueblo. Pero la gente con mucha sabiduría y experiencia siempre
me decían: “Pa’i (Padre), ya sabe, ¡¡¡la escuela y el Oratorio se construyen con las promesas de los
ricos y la platita de los pobres!!!” Y por eso nadie como el pueblo humilde sabe cuidar y enriquecer
sus lugares comunitarios. Es la casa común que da identidad, allí se encuentran los vecinos y rezan,
cantan, escuchan la Palabra de Dios. Y está siempre al servicio de todos.
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
Carlos Latorre, cmf