Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 33, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Legaré un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar
voluntariamente la muerte por amor a nuestra Ley * El Señor me sostiene. * El Hijo
del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
Textos para este día:
2 Macabeos 6,18-31:
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad
avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera
carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia,
escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que
son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.
Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte
y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que
la comiera, haciendo como que comía carne del sacrificio ordenado por el rey, para
que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con
consideración. Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su
noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable
desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo
seguido: "¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a
creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento
por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso
sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de
los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero
ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un
noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble
por amor a nuestra santa y venerable Ley."
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes
deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que
acababa de pronunciar. Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros:
"Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la
muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con
gusto en mi alma por respeto a él." Así terminó su vida, dejando, no sólo a los
jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Salmo 3:
Señor, cuántos son mis enemigos, / cuántos se levantan contra mí; / cuántos dicen
de mí: / "Ya no le protege Dios." R.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, / tú mantienes alta mi cabeza. / Si grito
invocando al Señor, / él me escucha desde su monte santo. R.
Puedo acostarme y dormir y despertar: / el Señor me sostiene. / No temeré al
pueblo innumerable / que acampa a mi alrededor. R.
Lucas 19,1-10:
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado
Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la
gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en
una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel
sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que
alojarme en tu casa."
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban,
diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador." Pero Zaqueo se puso
en pie, y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres;
y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más." Jesús le
contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."
Homilía
Temas de las lecturas: Legaré un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar
voluntariamente la muerte por amor a nuestra Ley * El Señor me sostiene. * El Hijo
del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
1. Una ancianidad honorable
1.1 El "adulto mayor", como se le llama hoy con una gota de eufemismo,
experimenta una avalancha de realidades irreversibles: declive de sus capacidades
y fuerzas, recrudecimiento de enfermedades nuevas o viejas, aislamiento de las
esferas de decisión, pérdida de amigos y seres queridos, bajas perspectivas de un
cambio de todo ello hacia el futuro. No es fácil, y por ello es acto de humanidad, de
justicia y de caridad dar de nuestro tiempo y amor a nuestros hermanos mayores.
1.2 Por eso entendemos que con cierta frecuencia la ancianidad esté marcada por
estados de ánimo que, vistos desde fuera, resultan incómodos, incomprensibles o
difíciles de soportar. La amargura, la ansiedad o la depresión pueden provocar una
sensación general de debilidad y de temor, especialmente ante el desafío de un
peligro inminente. Todo ello no tiene que suceder así, pero ciertamente ha sucedido
y a cualquiera de nosotros puede sucederle.
1.3 En esta perspectiva, ¡cuán noble y bella nos resulta la estampa que nos ofrece
la primera lectura de hoy! Venerable y valiente, sabio y caritativo, piadoso y muy
consciente de su valer, este santo anciano, Eleazar, es una hermosa catequesis
para nosotros, como lo fue para los jóvenes de su tiempo. Sus palabras, profundas
y audaces a la vez, hablan del vigor de una fe que no se apaga. Y aunque las
fuerzas de su cuerpo faltaran, bien se ve cuánta energía transparentan sus
palabras. Eternamente vivo, para siempre joven, Eleazar es más grande que las
limitaciones propias de su edad.
2. Zaqueo escribe su testimonio
2.1 ¡Jesús quiere hospedarse en mi casa! Ese pensamiento trae alegría al corazón.
Es verdad que hay desorden y algo de suciedad en mi casa, pero eso ya él lo sabe.
2.2 ¡Jesús viene! Las puertas de mi hogar se alegran como los dinteles del templo
en Jerusalén. Por las ventanas entra una luz nueva. El sol envidiará mi casa. ¡Hoy
mi historia se parte en dos!
2.3 ¡Ya llega mi Señor! Le precede y acompaña una gran multitud. Es señal de su
importancia, pues bien se le llama Rey de Reyes, pero sobre todo, es señal de su
bondad. Todos le siguen porque le aman. ¡Todos tienen algo que agradecerle, todos
tiene algo grande y bello que contar de él!
2.4 ¡Ha venido el Señor! Me ha concedido de su tiempo, de su palabra, de su
mirada, de su amor. Me ha entendido como nadie. Me ha dejado hablar. Ha callado
un momento cuando me ha visto sollozar. No permitió que me llenara de temor. Me
respetó en todo momento. Todo el tiempo me bendijo. ¡Jesús, Jesús, Jesús!
¡Gracias a Papá Dios por ti, mi Jesús!