EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han
convertido en una cueva de ladrones".
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más
importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.
Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba
pendiente de sus palabras.
Comentario del Evangelio por
Papa Francisco
Audiencia general del 26/06/2013 (trad. © copyright Libreria Editrice
Vaticana)
“El pueblo entero quedó pendiente de sus labios”
Quisiera hoy aludir brevemente a otra imagen que nos ayuda a ilustrar el
misterio de la Iglesia: el templo (cf. Conc. Ecum. Vat. II, const. dogm. Lumen
gentium, 6)… En Jerusalén, el gran Templo de Salomón era el lugar del encuentro
con Dios en la oración; en el interior del Templo estaba el Arca de la alianza…, un
recuerdo del hecho de que Dios había estado siempre dentro de la historia de su
pueblo… también nosotros, cuando vamos al templo, debemos recordar esta
historia, cada uno de nosotros nuestra historia, cómo me encontró Jesús, cómo
Jesús caminó conmigo, cómo Jesús me ama y me bendice.
Lo que estaba prefigurado en el antiguo Templo, está realizado, por el poder del
Espíritu Santo, en la Iglesia: la Iglesia es la “casa de Dios”, el lugar de su
presencia, donde podemos hallar y encontrar al Señor; la Iglesia es el Templo en el
que habita el Espíritu Santo que la anima, la guía y la sostiene. Si nos
preguntamos: ¿dónde podemos encontrar a Dios? ¿Dónde podemos entrar en
comunión con Él a través de Cristo? ¿Dónde podemos encontrar la luz del Espíritu
Santo que ilumine nuestra vida? La respuesta es: en el pueblo de Dios, entre
nosotros, que somos Iglesia…
Y es el Espíritu Santo, con sus dones, quien traza la variedad. Esto es
importante: ¿qué hace el Espíritu Santo entre nosotros? Él traza la variedad que es
la riqueza en la Iglesia y une todo y a todos, de forma que se construya un templo
espiritual, en el que no ofrecemos sacrificios materiales, sino a nosotros mismos,
nuestra vida (cf. 1 P 2, 4-5). La Iglesia no es un entramado de cosas y de
intereses, sino que es el Templo del Espíritu Santo, el Templo en el que Dios actúa,
el Templo del Espíritu Santo, el Templo en el que Dios actúa, el Templo en el que
cada uno de nosotros, con el don del Bautismo, es piedra viva… ¡todos somos
necesarios para construir este Templo! Nadie es secundario. Nadie es el más
importante en la Iglesia; todos somos iguales a los ojos de Dios. Alguno de
vosotros podría decir: «Oiga, señor Papa, usted no es igual a nosotros». Sí: soy
como uno de vosotros, todos somos iguales, ¡somos hermanos! Nadie es anónimo:
todos formamos y construimos la Iglesia.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”