I Semana de Adviento
Miércoles
Lecturas bíblicas
a.- Is. 25, 6-10: Celebramos su salvación.
El profeta nos presenta la imagen de un banquete para explicarnos la salvación que
Yahvé trae a todos los pueblos de la tierra. El profeta ha recogido las esperanzas
universalistas de los profetas para describir la subida de las naciones a Jerusalén a
un gran banquete (cfr. Is. 2,2-3; 56,6-8; 60,11-14; Za.8,20; 14,16). El gozo
simboliza la victoria del proyecto de Dios revelado a los justos reunidos en
Jerusalén. El júbilo tiene algunos aspectos esenciales. Este gozo es causado por la
salvación que Dios ofrece a todos los pueblos, por ello, las naciones suben a Sión
para gustar dicha salvación (cfr. Is.56,7; 60,1-9; Dt.14,26). Un segundo aspecto se
refiere a que el velo que cubre a las gentes, será levantado para contemplar la
gloria de Dios. Dios es invisible al hombre, pero al final de los tiempos Yahvé
revelará su misterio al hombre. La muerte será definitivamente vencida, que es el
tercer aspecto. La muerte es el fin de la vida, consecuencia del pecado, por lo
tanto, es la aniquilación del pecado y del mal, cuando todos los pueblos se reúnan
en Jerusalén (cfr. Os.13,14; Gn.35,18; Nm.6,6; Ez.18,20; Lv.20,8-21). Mientras la
razón nos dice que los muertos no vivirán, Dios aniquilará la muerte para siempre
(cfr. Is. 26,14). Finalmente, el sufrimiento desaparecerá, vida nueva que comienza
ahora, puesto que Dios enjugará las lágrimas de los rostros (v.8; cfr. Is. 35,10).
La imagen del banquete en Sión entendida como victoria del plan de Dios reaparece
en el NT, en la parábola de las nupcias y en el discurso del pan de vida (cfr.Mt.2,2-
10; Lc.14,14.16-24; Jn.6,51.54; Mt.8,11). El profeta percibe la victoria sobre la
muerte, la resurrección, se abre camino hacia el NT, El Siervo de Isaías, tendrá
descendencia y contemplará cómo se alargan sus días, la vida de los justos reposa
en las manos de Yahvé (cfr. Is.53, 10; 2M 7,28; Sb.3,1). Es en Jesús con su
resurrección, quien vence a la muerte en forma definitiva, y muestra al Señor que
enjuga las lágrimas de los que sufren (cfr. Mc.16,1-8; 1Cor.15,26; Ap. 7,17; 21,4).
Son las primeras nociones de resurrección: el hombre no morirá, porque estas
nuevas relaciones que establece Dios, no se romperán (cfr. 1 Cor.15, 26. 54).
Jesucristo, recurrirá a esta imagen del banquete con frecuencia en sus parábolas,
pero ya con un carácter definitivo para el creyente en su contenido.
b.- Mt. 15, 29-37: Curaciones y segunda multiplicación los panes.
El Evangelio nos presenta dos momentos. Las curaciones de Jesús junto al lago de
Genesaret (vv.29-31) y la segunda multiplicación de los panes (vv.32-37). Jesús se
dirige a territorio pagano, se sienta en el monte, ahí suceden cosas
trascendentales. En la altura se encuentra más cerca de Dios, desde ahí predica y
obra el Mesías, como otro Moisés (cfr. Ex.19, 3. 20; 34,4; 1 Re 19,8). Acuden a ÉL
las muchedumbres de enfermos: cojos ciegos, lisiados, mudos y otro muchos
(v.30). La gran misericordia del Mesías, desciende del monte, sobre los hijos de
Israel. La respuesta de las gentes es la glorificación de Dios. Es el único rebaño con
su único Pastor, como lo intuía el profeta, que disperso ahora reunido, confiesa su
fe en el único Dios de Israel (cfr. Ez.34,1). En un segundo estadio, encontramos
una segunda multiplicación de los panes, mayor quizá que la primera en cuanto
poder y manifestación de la misericordia de Dios. Primero les dio la palabra y la
salud, él ánimo de fiesta se hace presente porque la gloria de Dios se ha
manifestado, en que todo converge en la figura del Pastor. La primera
multiplicación de los panes tuvo por destinatarios a la Galilea de los judíos (cfr. Mt.
8, 16-18; 9,35-36; 14,13-21). Esta nueva sección tiene por destinatario a los
paganos: Jesús tiene en todo la iniciativa, llama a los discípulos, siente compasión
por la gente, llevan tres días con ÉL y quiere darles de comer. Vencida la
enfermedad y el dolor, Jesús prepara el banquete mesiánico en la Galilea de los
gentiles (cfr. Mt. 15, 32-39). Pastor y rebaño están muy unidos, Dios parece
nuevamente habitar en el corazón de sus hijos (cfr. Jr.31,33s). Viene el ritual de
tomar los panes y peces, hace la acción de gracias, los parte y da a los discípulos
para que los entreguen al pueblo. Los que comieron fueron cuatro mil hombres, sin
contar, mujeres y niños, lo que habla de una gran multitud del pueblo de Israel. Si
Dios cuidó a su pueblo en el desierto, si estos guardan la alianza y siguen siendo
fieles, lo mismo hará en el futuro, por medio de Jesús sana las enfermedades y
satisface el hambre: Dios es amigo de los hombres. Jesús despide a la gente, y
sigue su camino en vista de visitar otras regiones para predicar y sanar también en
ellas. Jesús se hace peregrino entre peregrinos. El Adviento y la celebración de la
Eucaristía de estos días debe hacer realidad el banquete mesiánico de Isaías (cfr.
Is.25,6-10), y multiplicar el pan de la Eucaristía entre los que participan en la
celebración eclesial, para luego compartir con los más pobres y necesitados de la
comunidad los bienes materiales. Sería un gran egoísmo celebrar la Eucaristía, para
luego negar el pan al hambriento. Resume todo este aspecto de carencias del
hombre actual: la falta de amor y dignidad humana. Jesús se identifica hoy con
todas estas carencias y quiere multiplicar los medios para ayudar; la tarea no es
suya sino nuestra, que quizá no queremos realizarlo. Habrá que meditar sobre el
juicio final: ¿en qué va a consistir? (cfr. Mt. 25, 31-46). Estamos a tiempo para
pedir misericordia y ponernos a trabajar por ese banquete escatológico de Isaías,
pero sobre todo para ingresar al banquete de las bodas del Cordero (cfr. Ap. 19,7-
10; 21,9), con el vestido nupcial (cfr. Mt. 22,1-14), y con la invitación en la mano
que ha conocido el juntarlas para orar y abrirlas para compartir.
San Juan de la Cruz nos invita a sentarnos en ese banquete de la fraternidad,
comenzando por reconocer el amor al que somos invitados a compartir con Dios
Trinidad: “Como amado en el amante / uno en otro residía / y aquese amor que los
une / en lo mismo convenía / con el uno y con el otro / en igualdad y valía”
(Romance acerca de la Trinidad vv. 20-25).