I Semana de Adviento
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Is. 26, 1-6: Canto de victoria.
El profeta une el tema del banquete mesiánico y esta acción de gracias a Yahvé
victorioso. La primera lectura, nos habla de Jerusalén como ciudad fuerte (v.1),
más que por sus muros y cimientos, por la presencia de Dios, Roca que la cimienta
y le da consistencia perpetua, para que vivan tranquilos los justos. Dios ha
fortalecido la ciudad con fuertes murallas y baluartes, gracias su cuidado, se ha
engrandecido, para recibir a los justos en su seno (v.2; Is.54,2-3; Sal.11,19,19-
20). Yahvé ha vencido la idolatría, donde viven los ídolos en la villa inaccesible, que
hace de contrapunto con Jerusalén (v.5). Dios es el único justo, y los hombres lo
son en la medida que ordenan su vida según el proyecto salvífico de Dios. Estos
justos han ajustado su vida a Dios y por ellos son virtuosos porque son fieles,
conservan su fortaleza para Yahvé, sirve a la paz y confían en Dios. Viven en paz
porque han entregado su vida a Dios, se saben protegidos por Yahvé, y no confían
en alianzas políticas (cfr. 2Re. 16,8-9). La fortaleza de ánimo la ofrece Dios al
desvalido, como la confianza, de quienes se apoyan sólo en Dios (cfr.
Is.26,3;59,16; 63,55). ¿Todas estas virtudes de dónde vienen? El profeta, les
confirma en su fe: no hay otra salvación para Judá que la que viene de Yahvé,
puesto que humilló a los que viven en las alturas, a los idólatras y ensalzó a los
humildes (v. 6). La entereza de los justos viene de Dios, su Roca perpetua de
salvación, puesto que sólo de ÉL procede la justicia para quienes viven en la ciudad
fuerte. Él es la Roca eterna, que sostiene a los justos, no así los ídolos que no
apoyan a nadie (cfr. Is.26,4;Dt.32,4; 44,6-8; 44,9-20). La villa inaccesible o villa
vacía simboliza la idolatría, montes donde se rendían cultos paganos (cfr.2Re.16,4;
24,9;26,5; Gn.11,4). Su ruina y humillación constituye el triunfo de los pobres y los
débiles, que salvados por Dios humillan, el poder de los ídolos y de los que los
adoran (cfr. Is.47,1). Jesús es la plenitud de la revelación, se convierta en roca y
piedra de contradicción ante quien el hombre debe situarse con una respuesta, pero
nunca sin ella; salvados o condenados por la fe en ÉL.
b.- Mt. 7, 21. 24-27: La casa estaba cimentada sobre roca.
El evangelio, nos presenta una seria amonestación de parte de Jesús en calidad de
Juez. El criterio es claro: cumplir la palabra de Dios, es el secreto para entrar en la
vida eterna. No se necesitan palabras sino obras. Jesús es el Maestro, desde su
resurrección, es el Señor (cfr. Hch. 2,36). Sin embargo, su palabra es Palabra de
Dios, a la que hay que escuchar y poner por obra, desde el comienzo de su
predicación hasta después de su resurrección su palabra es vida para el creyente
(cfr. Ap. 19, 16). Cuando habla del ingreso al reino de Dios lo hace en calidad de
Señor y Juez, exige la aceptación y cumplimiento de la voluntad de Dios. Si lo
reconocemos y confesamos como Señor, lo debemos hacer desde la condición de
siervo, discípulo que escucha y obra en consecuencia. Aquí se trata de hacer lo que
Dios nos revela en su Hijo, y no obras de iniquidad, es decir, obras nacidas de la
autosuficiencia, de cristianos que poseen un gran conocimiento de Dios, pero que
cobran sus servicios al Padre (Mt.7,23). Nadie se puede gloriar de sus obras delante
de Dios; si hay que gloriarse, es en el Señor. Peligro constante para aquellos que
hablan de Dios o trabajan para ÉL, de convertirse en profesionales a su servicio,
pero no desde una voluntad rendida al querer de Dios Padre, porque no hablan con
Dios, no oran. La parábola establece que algunos oyen pero no escuchan, no hacen
realidad el querer divino, otros, escuchan y obran de acuerdo a la voluntad de Dios;
mientras unos construyen sobre arena y su casa cae, el creyente lo hace sobre la
roca firme de la palabra de Dios y su obra permanece para siempre. Se esconde
aquí un criterio a tener en cuenta: los hombres pueden parecen todos iguales, pero
en los momentos decisivos de prueba, la construcción es fuerte y resiste o cae, en
el momento del Juicio final. Habrá que orar más durante este Adviento, para
construir el edificio espiritual sobre la Roca que es Dios, y no sobre el fango, el
salto a la Roca es vital.
S. Juan de la Cruz nos invita a considerar como estamos viviendo nuestra comunión
de amor con Dios. Escribe el místico: “Tres Personas y un amado/ entre todos tres
había/ y un amor en todas ellas/ y un amante las hacía; / y el amante es el amado/
en cada cual vivía; que el hacer que los tres poseen/ cada cual le poseía/ y cada
cual de ellos ama/ a la que este ser tenía” Romance hacer acerca de la Trinidad
(vv. 25-30).