Comentario al evangelio del Martes 03 de Diciembre del 2013
San Francisco Javier.
Querido amigo/a:
El profeta Isaías nos regala hoy otro bello poema donde nos describe cómo es el Mesías. Destaco
algunos rasgos para poder orar con esta primera lectura que nos propone la Liturgia de la Palabra de
hoy. Un Mesías lleno de espíritu profético (versículo 2) más que ningún otro, pues habla por boca del
Padre, como luego veremos en el Evangelio. Con espíritu de sensatez, de inteligencia, de valor, de
prudencia, de conocimiento… Empeñado en implantar la justicia y la paz entre los hombres (v. 3-5) y
con la naturaleza (v. 6-8), en total armonía con la creación. Parecen buenas actitudes para intentar
reproducir en nuestra vida ¿verdad? El poema termina describiendo una situación paradisiaca
garantizada por este rey mesiánico.
Ahora bien, hoy nos preguntamos ¿cuántos creen en este Mesías? Porque ya puede empeñarse el
profeta Isaías en describirlo bellamente, que si luego no creen en él, no lo aceptan, sus palabras caen
como la semilla, entre piedras y abrojos y no germina. Por eso Jesús, en el evangelio de hoy, en su
oración de acción de gracias al Padre, sabe que este conocimiento permanece escondido para muchos
sabios y entendidos que no han querido conocer la Verdad. Hoy Jesús sigue siendo un desconocido en
los corazones de muchos hijos e hijas de Dios. Estos hermanos y hermanas nuestras no han descubierto
el tesoro más precioso que existe, conocer a Jesús y, a través de Él, al Padre. Muchos no creen y Jesús
necesita ser anunciado, para ser conocido, servido y amado.
La fe es un tesoro precioso por el que tenemos que dar
gracias. Jesús sabe que creer no es fácil, por eso, en la secuencia del Evangelio de hoy se da la vuelta y
le dice a sus discípulos: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos
profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron!
¿Quienes son esa gente sencilla a quienes les ha sido revelado conocer a Jesús? Cuidado, el sencillo no
es el tonto, ni el simple, sino la actitud de quien no tiene la pretensión de condicionar a Dios ni de
exigirle que actúe según sus intereses personales. Cuando actuamos así, estamos más cerca de Dios,
como lo estuvo San Francisco Javier , un corazón grande y un alma noble , dijo San Ignacio de Loyola
de este compañero suyo del que hoy hacemos memoria.
Hoy es un buen día para pedirle al Señor la actitud del sencillo, la del que no trata de manipularlo, sino
de amarlo para cumplir su voluntad. Hoy es un buen día para gracias a Dios por el don de la fe,
pidiéndole al Hijo que esperamos en este Adviento, que la incremente en nuestros corazones para que
con nuestra vida y testimonio animemos a los que no creen a buscar este precioso tesoro.
Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.
Juan Lozano, cmf