EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
sábado 07 Diciembre 2013
Sábado de la primera semana de Adviento
Libro de Isaías 30,19-21.23-26.
Así habla el Señor:
Sí, pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: él se
apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá.
Cuando el Señor les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel
que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios
ojos.
Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: "Este es el camino, síganlo, aunque
se hayan desviado a la derecha o a la izquierda".
El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que
produzca el terreno será rico y sustancioso. Aquel día, tu ganado pacerá en
extensas praderas.
Los bueyes y los asnos que trabajen el suelo comerán forraje bien sazonado,
aventado con el bieldo y la horquilla.
En todo monte elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua, el
día de la gran masacre, cuando se derrumben las torres.
Entonces, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces
más intensa -como la luz de siete días- el día en que el Señor vende la herida de su
pueblo y sane las llagas de los golpes que le infligió.
Salmo 147(146),1-2.3-4.5-6.
Alaben al Señor porque él es bueno,
canten a nuestro Dios porque es amable,
porque a él le conviene la alabanza.
Reconstruye el Señor Jerusalén,
reúne a los exiliados de Israel.
Sana los corazones destrozados
y venda sus heridas.
El cuenta las estrellas una a una
y llama a cada una por su nombre.
Grande es nuestro Señor, todo lo puede,
no se puede medir su inteligencia.
Reanima el Señor a los humildes,
pero humilla hasta el polvo a los malvados.
Evangelio según San Mateo 9,35-38.10,1.5a.6-8.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas,
proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y
dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como
ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son
pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus
impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones:
Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a
los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
Comentario del Evangelio por :
Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Iglesia “Lumen gentium”, § 48 (trad. © Libreria
Editrice Vaticana)
“Proclamad por los caminos que el Reino de los cielos está cerca”
La Iglesia, a la que todos estamos llamados en Cristo Jesús y en la cual
conseguimos la santidad por la gracia de Dios, no alcanzará su consumada plenitud
sino en la gloria celeste, cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las
cosas (cf. Hch 3, 21) y cuando, junto con el género humano, también la creación
entera, que está íntimamente unida con el hombre y por él alcanza su fin, será
perfectamente renovada en Cristo (cf. Ef 1, 10; Col1,20; 2 P 3, 10-13).
Así que la restauración prometida que esperamos, ya comenzó en Cristo, es
impulsada con la misión del Espíritu Santo y por El continúa en la Iglesia, en la cual
por la fe somos instruidos también acerca del sentido de nuestra vida temporal,
mientras que con la esperanza de los bienes futuros llevamos a cabo la obra que el
Padre nos encomendó en el mundo y labramos nuestra salvación (cf. Flp 2, 12).
La plenitud de los tiempos ha llegado, pues, a nosotros (cf. 1 Co 10, 11), y la
renovación del mundo está irrevocablemente decretada y en cierta manera se
anticipa realmente en este siglo, pues la Iglesia, ya aquí en la tierra, está adornada
de verdadera santidad, aunque todavía imperfecta. Pero mientras no lleguen los
cielos nuevos y la tierra nueva, donde mora la justicia (cf. 2 P 3, 13), la Iglesia
peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, pertenecientes a este tiempo, la
imagen de este siglo que pasa, y ella misma vive entre las criaturas, que gimen con
dolores de parto al presente en espera de la manifestación de los hijos de Dios (cf.
Rm 8, 19-22).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”