EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 3,1-12.
En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
"Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca".
A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto: Preparen
el camino del Señor, allanen sus senderos.
Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba
con langostas y miel silvestre.
La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su
encuentro,
y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les
dijo: "Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca?
Produzcan el fruto de una sincera conversión,
y no se contenten con decir: 'Tenemos por padre a Abraham'. Porque yo les digo
que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham.
El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto
será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí
es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los
bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y
quemará la paja en un fuego inextinguible".
Comentario del Evangelio por :
Papa Francisco
Encíclica “Lumen fidei”, §20-21 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)
“Él os bautizará con el Espíritu Santo”
La nueva lógica de la fe está centrada en Cristo. La fe en Cristo nos salva porque en
él la vida se abre radicalmente a un Amor que nos precede y nos transforma desde
dentro, que obra en nosotros y con nosotros… Cristo ha bajado a la tierra y ha
resucitado de entre los muertos; con su encarnación y resurrección, el Hijo de Dios
ha abrazado todo el camino del hombre y habita en nuestros corazones mediante el
Espíritu santo. La fe sabe que Dios se ha hecho muy cercano a nosotros, que Cristo
se nos ha dado como un gran don que nos transforma interiormente, que habita en
nosotros, y así nos da la luz que ilumina el origen y el final de la vida, el arco
completo del camino humano.
Así podemos entender la novedad que aporta la fe. El creyente es transformado
por el Amor, al que se abre por la fe, y al abrirse a este Amor que se le ofrece, su
existencia se dilata más allá de sí mismo. Por eso, san Pablo puede afirmar: “No
soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20), y exhortar: “Que Cristo
habite por la fe en vuestros corazones” (Ef 3,17). En la fe, el “yo” del creyente se
ensancha para ser habitado por Otro, para vivir en Otro, y así su vida se hace más
grande en el Amor. En esto consiste la acción propia del Espíritu Santo. El cristiano
puede tener los ojos de Jesús, sus sentimientos, su condición filial, porque se le
hace partícipe de su Amor, que es el Espíritu. Y en este Amor se recibe en cierto
modo la visión propia de Jesús. Sin esta conformación en el Amor, sin la presencia
del Espíritu que lo infunde en nuestros corazones (cf. Rm 5,5), es imposible
confesar a Jesús como Señor (cf. 1 Co 12,3).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”