Encuentros con la Palabra
Tercer Domingo de Adviento – Ciclo A (Mateo 11, 2-11)
Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Un niño estaba dibujando un retrato, y su profesor se le acercó y le dijo: – Ese es
un retrato interesante. Dime algo de él. El niño le respondió: – Es un retrato de
Dios. Entonces, el profesor le dijo: – Pero nadie sabe cómo es Dios. – Lo sabrán
cuando haya terminado, dijo el niño... Esta historia me trajo a la memoria una
anécdota que escuché en estos días. Dicen que un hombre que escuchó una
conferencia de la Madre Teresa de Calcuta en las Naciones Unidas, se acercó a la
anciana religiosa y le dijo: “Hermana, le cuento que yo no creo en Dios. Soy ateo.
Pero le aseguro que si Dios existe, debe ser muy parecido a usted”.
Estando Juan el Bautista en la cárcel, oyó hablar de Jesús y envió a algunos de
sus seguidores para que le preguntaran si él era de veras el que había de venir, o
si debían esperar a otro. La respuesta fue muy clara: “Vayan y díganle a Juan lo
que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven
a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no
encuentre en mí motivo de tropiezo!” Jesús no da explicaciones ni fundamenta su
autoridad en teorías o doctrinas de ningún tipo. Lo único que pide es que se fijen
en su comportamiento. Las señales son evidentes y cualquiera que tenga los ojos
abiertos y los oídos atentos, podrá reconocer que él es el Mesías de Dios.
Cuando los discípulos de Juan volvieron a la cárcel a contar lo que habían visto y
oído, Jesús comenzó a exaltar la misión del Bautista: “¿Qué salieron ustedes a ver
al desierto? ¿Un hombre vestido lujosamente? Ustedes saben que los que se
visten lujosamente están en las casas de los reyes. En fin, ¿a qué salieron? ¿A
ver un profeta? Sí, de veras, y a uno que es mucho más que profeta. Juan es
aquel de quien dice la Escritura: ‘Yo te envío mi mensajero delante de ti, para que
te prepare el camino”. Esa fue la misión de Juan y es la misión de los profetas de
hoy: Preparar los caminos de Jesús y señalar su presencia entre nosotros.
Jesús es el rostro de Dios para nosotros y los que nos decimos sus seguidores
debemos ser el retrato de Dios para el mundo. Un niño es capaz de saber cómo
es Dios y un ateo es capaz de reconocer sus rasgos en una persona como la
Madre Teresa de Calcuta. La pregunta que nos puede asaltar hoy es si los que
nos ven hacer lo que hacemos y nos oyen decir lo que decimos, son capaces de
reconocer los rasgos de Dios en nosotros. Muchas personas no podrán leer otro
evangelio distinto a nuestras vidas. Por eso, tenemos la responsabilidad de
transparentar a Dios y abrirle un espacio para que vuelva a encarnarse entre
nosotros y en nosotros en esta Navidad. Precisamente, prepararnos para que eso
pueda suceder es lo que busca el tiempo de Adviento que estamos viviendo.
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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