Día 24 de Diciembre
Misa de la mañana
Lecturas bíblicas
a.- 2Sam. 7, 1-5. 8-12. 14-16: El reino de David durará por siempre.
En la primera lectura, encontramos los deseos de David y los de Dios, para con
David. La profecía de Natán, es la carta magna, que confirma la dinastía davídica:
“Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme,
eternamente.” (v.16). Él quiere construir un templo para Yahvé, pero Natán le
asegura, que es el mismo Dios, quien edificará a David una casa, una dinastía para
siempre. La monarquía es un avance histórico, una innovación en la estructuración
institucional de Israel, organizado hasta ahora en un sistema federal, en que cada
tribu poseía su autonomía. Concentrar el poder en las manos del rey, tener como
capital Jerusalén, supone un avance respecto a las tradiciones instituidas por
Moisés y el Sinaí. Este nuevo binomio, David y Jerusalén, es toda una novedad.
Esta profecía de Natán, es el refrendo divino de la monarquía davídica. Respecto a
la permanencia eterna de su casa, su dinastía, y lo inconmovible de tu trono, antes
de morir el propio David afirma: “Pues firme ante Dios está mi casa, porque ha
hecho conmigo un pacto sempiterno, en todo ordenado y custodiado.” (2Sam.
23,5). David relee la profecía de Natán y el compromiso de Yahvé con su dinastía,
como un pacto, semejante al que hizo con Abraham (cfr. Gn.15). Este pacto
mantiene alto el ánimo y la esperanza de Israel sobre todo en los momentos
difíciles. Es luz para el caminar de Israel en su devenir histórico para los deseos
salvíficos de Yahvé. “Pero en atención a David, le dio Yahvé su Dios una lámpara en
Jerusalén, suscitando a su hijo después de él y manteniendo en pie a Jerusalén”
1Re 15,4); “Pero Yahvé no quiso destruir a Judá a causa de David su siervo según
lo que le había dicho, que le daría una lámpara en su presencia para siempre.”
(2Re. 8, 19). Mientras resplandezca la lámpara de David, todo es posible, nada está
perdido.
b.- Lc. 1, 67-79: El Benedictus. El canto de Zacarías, padre del Bautista.
En este texto encontramos dos momentos la alabanza a la redención que traerá el
Mesías (vv.68-75), y la profecía sobre Juan Batista y Jesús (vv.76-79). En un
primer estadio encontramos a Zacarías, padre de Juan, que canta el cumplimiento
de las promesas de Dios Padre. Esa fidelidad se hace efectiva en el nacimiento de
su hijo Juan. Este cántico el Benedictus, es una síntesis de citas del AT., que
expresa la esperanza de Israel. Bendición y acción de gracias, forman la primera
parte del canto, para luego, presentar una visión que aunque habla en pasado se
refiere al futuro, que nace de la acción del Precursor, que prepara los caminos para
que venga el Mesías a su pueblo. Alaba a Dios, porque pone su mirada sobre su
pueblo puesto que quiere redimirlo (vv.68-71). La idea de la salvación recorre todo
el Cántico con el envío de la fuerza salvadora, un cuerno salvador, que viene de la
Casa de David, alusión a la fuerza de los toros o de los guerreros que en sus cascos
ponían cuernos para para reivindicar su poder (cfr. Ez. 29,21). Esperanza de
liberación que en línea profética, comenzó en Egipto y los profetas mantuvieron en
el tiempo es la que alude Zacarías. Esa fuerza liberará a Israel de sus enemigos, los
que los odian, los judíos del tiempo de Lucas, pensaban liberarse del poder romano
y ser gobernado por un descendiente de David. Luego se habla de la santa Alianza,
que se refiere a las promesas hechas a los padres y comprendían a todo Israel
(vv.72-73; cfr. Gn.15,18; 22,17), con lo que quiere resaltar la fidelidad de Dios a
su promesas en el tiempo y que lo libra de sus enemigos. Salvación que exige un
servicio a Dios, sin temor, en justicia y santidad, es decir en el culto divino, pero
además, que obliga al cumplimiento de la Ley de Dios. En un segundo estadio,
Zacarías se dirige a su hijo, como el profeta que irá delante del Señor a preparar
sus caminos, si bien Zacarías se refiere a Dios el evangelista piensa en Jesús, cuya
venida Juan presiente (v.76). La salvación trae la salvación de los pecados, Lucas,
está pensando en el bautismo de Juan en que los pecadores venían con el corazón
arrepentido. El pecado será el enemigo interno y de tipo espiritual, y no el político,
que Jesús combatirá en todo su actividad salvadora. Se pasa del signo del cuerpo a
la de una luz que viene de lo alto (cfr. Nm.24,17; Ml 3,20; Is. 60,1). El
descendiente de David, es el que va a iluminar a los hombres para conducirlos por
el camino de la paz. Esta Noche Santa nos visitará el Sol, que nace de lo alto, del
cielo, nos visita Jesucristo con su nacimiento, luz que viene de lo alto e ilumina las
tinieblas de esta noche. El esfuerzo realizado en este Adviento, por ser cristianos,
sea bendecido y aumentado por la bendición de Aquel, que viene de lo alto, Sol de
Justicia, que ilumina a todo hombre. La luz brota de la gruta de Belén,
acerquémonos con fe contemplativa y silencio fecundo, su amor que ilumina el
corazón, sea puerta abierta a su misterio y al nuestro.
Sor Isabel escribe para la Navidad de 1904 estos versos: “En un humilde y pobre
establo/ reposa el Verbo de Dios, / es el misterio adorable/ que al mundo revela el
Ángel. / «Gloria in excelsis Deo.» / Tiene necesidad el Todopoderoso / de bajar,
para difundir su amor. / Busca un corazón que le comprenda / y en él quiere su
mansión fijar. / En su amor, olvidando las distancias, / ha soñado con una unión
divina. / Desde lo alto del cielo Él se lanza / a consumar en cada instante la fusión.
/ Oh profundo e insondable misterio, /el Ser increado se orienta hacia mí, / a través
de todo puedo contemplarle / desde la tierra, a la luz de la fe.” (Poesía 91).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD