DOMINGO III DE ADVIENTO (A)
Homilía del P. Salvador M. Plans, monje de Montserrat
15 de diciembre de 2013
Is 35,1-6.10 / Sant 5,7-10 / Mt 11,2-11
Queridos hermanos:
Navidad, el gran misterio de la salvación, no sólo es recordado y celebrado, sino
también vivido. Pero, ¿de verdad que es vivido? Su gracia, ¿aún nos renueva de
verdad? Sólo nos puede renovar si tenemos voluntad de estar disponibles
interiormente y humildemente. Si queremos celebrar bien la Navidad necesitamos
concelebrar con la pobreza de Belén. Esta pobreza esconde la alegría de este
misterio. La actual crisis que padecemos no es solamente una crisis económica, sino
también una crisis de humanidad y humildad. No salimos de casa para ir a adorar al
Niño. Los que dirigen los destinos de los pueblos, tal como nos ha dicho el profeta
Isaías, nos llevan a ver cómo una minoría de poderosos tienen un bienestar insensato
y deshumanizador, sometiendo a los más pobres a soportar una vida miserable.
Pero el profeta del Adviento, Isaías, aún hoy, anuncia la liberación de esta situación
con la noticia de que Dios está con nosotros. Nos dice: que el pueblo nunca más será
esclavo y que retornará a la patria inundado de alegría. El Apóstol Santiago nos invita
a la esperanza y a la paciencia, porque en esta espera vendrá Aquel que no nos ha
dejado. Y en el salmo hemos cantado que el Señor es fiel para siempre. De esta
manera, hermanos, la liturgia de este domingo nos invita a esperar con alegría y nos
ayuda a salir de todas las esclavitudes.
Esta reflexión de fe es normal que la vivamos en nuestro aquí y ahora. Dos hechos
recientes nos mueven a reflexionar como cristianos que vivimos en Cataluña. Como
cristianos, el Papa Francisco acaba de escribir en su exhortación sobre "La alegría del
Evangelio": " En cada nación, los habitantes desarrollan la dimensión social de sus
vidas configurándose como ciudadanos responsables en el seno de un pueblo, no
como masa arrastrada por las fuerzas dominantes. [...].Pero convertirse en pueblo es
todavía más, y requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve
involucrada. "( Evangelii Gaudium , 220). Hasta aquí las palabras del Papa.
El otro hecho que nos afecta como cristianos catalanes es que el próximo año
seremos consultados sobre nuestra identidad como pueblo. Estos últimos años
nuestros obispos han reiterado que reconocían "la personalidad y los rasgos
nacionales propios de Cataluña, en el sentido genuino de la expresión", y defendían
"el derecho a reivindicar y promover todo lo que ello conlleva, de acuerdo con la
doctrina social de la Iglesia." ( Al servei del nostre poble , 4). Por eso nos duele que el
camino que sigue nuestro pueblo sea considerado por algunos cristianos "imprudente
y moralmente inaceptable" (JM Gil Tamayo).
Dice un teólogo vasco que el tiempo de crisis puede ser una gran oportunidad para los
seguidores de Cristo. Porque, cuando aparece Jesús en nuestro horizonte, empiezan
a manifestarse los milagros de la solidaridad cristiana. Efectivamente, sólo en la fe y
en la misericordia, el poder de la solidaridad puede hacer milagros: los ciegos ven, los
sordos oyen, los cojos andan y los muertos resucitan. Sí, hermanos, la Navidad nos
permite mirar el mundo con los ojos de la compasión de Dios, y mirarnos a nosotros
mismos con los ojos de la fe, con esperanza y con amor. Jesús siempre es salvación.
Con los ojos del profeta, aún podemos tener esperanza para ir caminando por este
mundo.