FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR. CICLO A.
Mt. 3, 13 -17
En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para
que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo, diciéndole: -«Soy yo el que
necesito que tú me bautices,¿y tú acudes a mí?» Jesús le contestó: -«Déjalo
ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere. » Entonces
Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el
cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba
sobre él. Y vino una voz del cielo que decía- -«Éste es mi Hijo, el amado, mi
predilecto.»
CUENTO: EL TESORO OCULTO
Nos cuenta una antigua leyenda hindú que en un tiempo todos los hombres
que vivían sobre la tierra eran dioses, pero como el hombre pecó tanto,
Brahma, el dios supremo, decidió castigarlo, privándolo del aliento divino
que había en su interior y esconderlo en donde jamás pudiera encontrarlo y
emplearlo nuevamente para el mal.
- “Lo esconderemos en lo profundo de la tierra”, dijeron los otros dioses.
- “No”, dijo Brahma, “porque el hombre cavará profundamente en la tierra
y lo encontrará.
- “Entonces, lo sumergiremos en el fondo de los océanos”, dijeron otros.
- “Tampoco”, dijo Brahma, “porque el hombre aprenderá a sumergirse en el
océano y también allí lo encontrará.
- “Escondámoslo en la montaña más alta”, dijeron entonces.
- “No”, dijo Brahma, “ porque un día el hombre subirá a todas las montañas
de la tierra y capturará de nuevo su aliento divino.
- “Entonces no sabemos dónde esconderlo ni tampoco sabemos de un
lugar en donde el hombre no pueda encontrarlo”, dijeron los dioses
menores.
- Y dijo Brahma: “Escondedlo dentro del hombre mismo; jamás pensará en
buscarlo allí”.
Y así lo hicieron. Oculto en el interior de cada ser humano hay Algo de
divino. Y desde entonces el hombre ha recorrido la tierra, ha bajado a los
océanos, ha subido a las montañas buscando esa cualidad que lo hace
semejante a Dios y que todo el tiempo, sin muchas veces saberlo, ha
llevado en su interior.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Se cierra en este domingo el ciclo de las fiestas de la navidad con una fiesta
muy importante y significativa: el Bautismo de Jesús en el Jordán. Si la
Navidad pareciera un cuento para niños o la simple declaración de buenas
intenciones de paz y de amor que apenas se llevan a cabo unos pocos días
al año, sin contar con que hoy para muchos, Navidad es sinónimo de
consumo y de familia, la fiesta de hoy nos devuelve a la verdadera realidad
de la Navidad cristiana, presentándonos a Jesús siendo bautizado por Juan
en el Jordán. Este acontecimiento fundamental es el inicio de la vida pública
y de la misión de Jesús en el mundo. La Navidad no termina en el olvido de
una fiesta acaramelada, que se arrumba en el baúl de los recuerdos hasta
una próxima oportunidad. Termina con una fuerte llamada al compromiso
de la fe. El Niño de Belén es el mismo Jesús del Bautismo. El mensaje de la
Navidad se hace realidad en la misión sanadora y liberadora de Jesús. En
las aguas del Jordán se revela en plenitud la identidad de Jesús, el Hijo
Amado, el predilecto de Dios, enviado por el Padre a poner en pie de guerra
al mundo en la lucha contra la injusticia, la desigualdad, el egoísmo de unos
pocos que hunde en la miseria a la mayoría de los seres humanos. Nada,
pues, de un bautismo social o de apariencia, o de cumplimiento ritual para
lavar el pecado original. El bautismo es el sacramento del compromiso de la
fe. En él sale a la luz la esencia del ser humano, llamado a ser hijo de Dios
también amado y predilecto en Jesús. Por el bautismo sabemos que en lo
más profundo del ser humano habita un aliento de divinidad. En el bautismo
se hace palpable la vocación más profunda del ser humano: ser llamado al
encuentro y a la amistad con Dios. En el bautismo, el Espíritu Santo
despliega todo su potencial de amor y de energía divina que habita en
nuestros corazones y nos pone en pie de misión, la misión de hacer de este
mundo un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de fraternidad y de
paz. Desgraciadamente, no es así en la mayoría de los casos lo que ocurre
con gran parte de los llamados “bautizados”, para los que el bautismo no ha
significado un cambio radical de vida ni un compromiso fundamental de su
fe. Es urgente devolver al bautismo esa fuerza liberadora que produjo en
Jesús y de la que nos habla el cuento de hoy. Estamos llamados a ser
divinos, a volar alto, a soñar horizontes de paz, a ser cada día mejores, a
vivir la plenitud del amor. ¡Qué diferente sería nuestro mundo si los
supuestos “bautizados” fueran en verdad “convertidos”, testigos,
misioneros, evangelizadores, promotores del bien, de la justicia, de la
verdad, de la solidaridad!. Desde luego que no habría hambre en el mundo,
ni habría la escandalosa desigualdad que puebla nuestra tierra. Pero bueno,
mientras llega eso, tú y yo, cada uno de los que nos llamamos cristianos
podemos intentar vivir en serio las consecuencias de nuestro bautismo. La
tragedia del sudeste asiático es una buena prueba para saber cómo
andamos de solidaridad. Y no sólo en estas situaciones extremas de
tragedia, sino en la vida cotidiana de cada día del año. Porque cuando
pasen las primeras emociones mediáticas, el mundo seguirá rodando y
seguirán muriendo millones de personas de hambre en África y otros
lugares del mundo, mientras derrochamos y despilfarramos en occidente lo
que otros necesitan para vivir. Solidaridad todo el año, solidaridad con
todos, solidaridad y amor siempre. Este es el mensaje del Bautismo de
Jesús y el mensaje de las consecuencias de nuestro propio bautismo. ¡QUE
ESTA SEMANA Y CADA DÍA SE NOS NOTE QUE SOMOS BAUTIZADOS Y
TESTIGOS ALEGRES DEL EVANGELIO DE CRISTO¡