EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era
Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de
todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por
medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la
conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder
de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del
hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene
después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre
gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han
llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el
seno del Padre.
Comentario del Evangelio por :
San Efrén (v. 306-373), diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Himnos 5 y 6 sobre la Natividad; SC 459
“María guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,19)
Con palabras sublimes,
ardiente de amor,
María también lo mecía:
"¿quién me concedió, a mí,
concebir y dar a luz
al que es el único y el múltiple,
el Pequeño y el Grande?
está entero cerca de mí,
y por completo cerca de todo el universo.
El día en que Gabriel mismo
entró en mi pobre casa,
me saludó como a
noble dama siendo sirvienta:
¡si yo era la sierva de tu divinidad!(Lc 1,38),
pero soy la madre también
de tu humanidad,
¡mi Señor y mi hijo!
La sierva de repente
se hizo hija de rey,
¡por ti, Hijo de rey!
¡ Por de ti, hijo de David,
la más humilde
en la casa de David,
una chica de la tierra
alcanza hasta el cielo,
¿Por aquel que es del cielo!
¡Qué maravilla!
cerca de mí reposa
este recién nacido, el más Anciano de todos los tiempos! (Dn 7,9)
fija su mirada sobre el cielo entero,
Mientras que sin tregua
Sus labios balbucean.
¡Como se me parece!
¡Mientras que con Dios habla en silencio!
¿Quién jamás vió
a un recién nacido mirar
en todo lugar todas las cosas?
Su mirada da a entender
que es él quien dirige
toda la creación de arriba a abajo.
Su mirada da a entender
que es el dueño
de todo el universo.
¿Cómo abriré
unana fuente de leche
para ti, que eres la Fuente?
¿Cómo te alimentaré
a Ti que alimentas a todo ser
de tu mesa?
¿Cómo te cubriré de mantillas,
A Ti que estás vestido de esplendor? (Sal. 103,2)
¡Mi boca no sabe
cómo llamarte,
¡Oh, Hijo del Dios vivo! (Mt 16,16)
Si me atrevo a llamarte
hijo de José,
tiemblo porque no eres de su semilla …
Aunque seas el Hijo del Único
en lo sucesivo te llamaré
el hijo de un gran número,
porque para ti no bastan
millares de nombres:
eres Hijo de Dios, pero también hijo del hombre (Mc 1,1; 8,31)
Y luego, hijo de José (Lc 3,23)
e hijo de David (Lc 20,41)
e hijo de María (Mc 6,3).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”