EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 10,17-22.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en
las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio
delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo
que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará
en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a
su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere
hasta el fin se salvará.
Comentario del Evangelio por :
Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013
Ángelus del 26 de diciembre de 2006 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)
De belén a la cruz
Al día siguiente de la solemnidad de Navidad, celebramos hoy la fiesta de san
Esteban, diácono y primer mártir. A primera vista, unir el recuerdo del
"protomártir" y el nacimiento del Redentor puede sorprender por el contraste entre
la paz y la alegría de Belén y el drama de san Esteban... En realidad, esta aparente
contraposición se supera si analizamos más a fondo el misterio de la Navidad. El
Niño Jesús, que yace en la cueva, es el Hijo unigénito de Dios que se hizo hombre.
Él salvará a la humanidad muriendo en la cruz. Ahora lo vemos en pañales en el
pesebre; después de su crucifixión, será nuevamente envuelto con vendas y
colocado en un sepulcro. No es casualidad que la iconografía navideña represente a
veces al Niño divino recién nacido recostado en un pequeño sarcófago, para indicar
que el Redentor nace para morir, nace para dar su vida como rescate por todos (cf.
Mc 10,45).
San Esteban fue el primero en seguir los pasos de Cristo con el martirio; murió,
como el divino Maestro, perdonando y orando por sus verdugos (cf. Hch 7, 60). En
los primeros cuatro siglos del cristianismo todos los santos venerados por la Iglesia
eran mártires. Se trata de una multitud innumerable, que la liturgia llama "el blanco
ejército de los mártires"... Su muerte no era motivo de miedo y tristeza, sino de
entusiasmo espiritual, que suscitaba siempre nuevos cristianos. Para los creyentes,
el día de la muerte, y más aún el día del martirio, no es el fin de todo, sino más
bien el "paso" a la vida inmortal, es el día del nacimiento definitivo, en latín, el dies
natalis. Así se comprende el vínculo que existe entre el dies natalis de Cristo y el
dies natalis de san Esteban. Si Jesús no hubiera nacido en la tierra, los hombres no
habrían podido nacer para el cielo. Precisamente porque Cristo nació, nosotros
podemos "renacer".
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”