Encuentros con la Palabra
La Sagrada Familia – Ciclo A (Mateo 2, 13-15. 19-23)
Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Leí alguna vez una carta que un niño dirigió a todos los padres del mundo. Creo que en
este día, en que celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, nos
puede ayudar mucho escuchar lo que este niño escribía:
“No me des todo lo que pido. A veces solo pido para ver hasta cuánto puedo coger. No
me grites. Te respeto menos cuando lo haces. Además me enseñas a gritar a mi también
y no quiero hacerlo. No me des siempre órdenes. Si en vez de ordenar me pides las
cosas, yo las haré más rápido y con más gusto. Cumple las promesas que me hagas,
buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; pero también hazlo si es un castigo.
No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me haces lucir mejor
que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor, seré yo quien sufra. No
cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debes hacer... decide y mantén esa
decisi￳n. Déjame valer por mí mismo. Si tu haces todo por mi, yo nunca podré aprender”.
“No digas mentiras delante de mi, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte
de un aprieto. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices. Cuando hago algo
malo no me exijas que te diga por qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé. Cuando estés
equivocado en algo, admítelo. Crecerá la opinión que tengo de ti y me enseñarás a admitir
también mis errores. Trátame con la misma amabilidad y cortesía con que tratas a tus
amigos. Que sea tu hijo no quiere decir que no podamos ser amigos ni que tengas
derecho a tratarme bruscamente. No me exijas que haga lo que tu no haces. Siempre
haré lo que tu haces aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tu digas y no hagas.
Enséñame a amar y a conocer a Dios. No importa si en el colegio me enseñan; de nada
vale si veo que tu ni conoces ni amas a Dios. Cuando te cuente un problema no me digas
‘no tengo tiempo para boberías’ o ‘eso no tiene importancia’. Trata de comprenderme y
ayudarme. Quiéreme y dímelo. Me gusta oírtelo decir aunque no lo creas necesario”.
José recibió en sueños la instrucción de proteger al Niño Jesús y a su madre, María:
“Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José
y le dijo: ‘Levántate, toma al ni￱o y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo
te avise, porque Herodes va a buscar al ni￱o para matarlo”. Más tarde, estando ya en
Egipto, volvi￳ a recibir otra orden del Se￱or: “Pero después que muri￳ Herodes, un ángel
del Se￱or se le apareci￳ en sue￱os a José, en Egipto, y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al
niño y a su madre, y regresa a Israel, porque ya han muerto los que querían matar al
ni￱o”. En ambas ocasiones, José cumpli￳ fielmente lo que el Se￱or le pedía para proteger
la vida del niño Jesús y de su madre.
Los padres son responsables de la vida de sus hijos e hijas, y Dios les va indicando en
cada momento lo que deben hacer para protegerlos y ayudarlos a crecer. En la carta que
encabeza este sencillo escrito, hay una serie de recomendaciones que un niño hace a su
papá y a su mamá. Tal vez, la voz de Dios no nos llegue hoy en sueños, como le llegó a
José, sino desde las palabras de este niño que pide respeto y amor. Escuchemos esta
invitación como venida directamente del Señor para cada uno de nosotros.
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Si quieres recibir semanalmente estos “Encuentros con la Palabra ”,
puedes escribir a herosj@hotmail.com pidiendo que te incluyan en este grupo.