“NAZARETH”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
Sagrada Familia
(29 de Diciembre de 2013)
La liturgia nos invita en este domingo a celebrar “La Sagrada Familia de Jesús, María y José”.
Realmente es un misterio maravilloso y fruto de la misericordia de Dios, el que Él haya querido
hacerse uno de nosotros, asumiendo nuestra naturaleza humana, nuestra historia, elegido un pueblo,
y un lugar marginal para nacer, en “un pesebre” y una familia, la familia de Nazaret.
El Evangelio de este domingo (Mt. 2,13-15, 19-23), nos señala que esta historia hecha historia de la
salvaci￳n, con el “sí de María y la Encarnaci￳n”, no iba a ser fácil: “Después de la partida de los
magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: levántate, toma al niño y a su
madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño
para matarlo” (Mt. 12,13). En este domingo, es necesario que los cristianos oremos y reflexionemos
sobre “la vida” y sobre el modelo de familia que nos propone la Palabra de Dios.
Un documento emitido por la Comisión Episcopal de Laicos y Familia de la C.E.A. en su
introducción nos ubica en esta temática que para todos, y especialmente para nuestra Diócesis es
uno de los ejes pastorales que son un desafío en la evangelización en nuestros días. El documento
“Aportes para la Pastoral Familiar de la Iglesia en la Argentina” nos se￱ala: “La familia es el
ámbito cotidiano que permite el desarrollo integral de las personas. Ella continúa siendo el lugar
privilegiado de encuentro de las personas donde, en las pruebas cotidianas, se recrea el sentido de
pertenencia. Gracias a los afectos auténticos de nupcialidad, paternidad y maternidad, filiación y
fraternidad, aprendemos a sostenernos mutuamente en las dificultades, a comprendernos y
perdonarnos, a acompañar a los niños y a los jóvenes, a tener en cuenta, valorar y querer a los
abuelos y a las personas con capacidades diferentes. Cuando hay familia, se expresan
verdaderamente el amor y la ternura, se comparten las alegrías haciendo fiesta y sus miembros se
solidarizan ante las dificultades cotidianas, la angustia del desempleo y el dolor que provocan la
enfermedad y la muerte.
Sin embargo, inmersas en la crisis de la civilización y en el drama de la ruptura entre Evangelio y
cultura, constatamos que las personas, el matrimonio y la familia, no encuentran nuevos cauces para
sostenerse y crecer. La fragmentación presente en nuestra cultura, marcada por el individualismo y
la crisis de valores, llega también a las familias, jaqueadas además por legislaciones que alientan su
disolución, por modelos ideológicos que relativizan los conceptos de persona, matrimonio, familia;
por la situación socioeconómica, por la falta de comunicación, superficialidad e intolerancia, e
incluso por la agresi￳n y violencia en el trato entre personas” (6-7).
Este tema de la familia que en general nuestra gente lo considera central para la sociedad y sus
vidas, no solo es importante por su dimensión religiosa, sino desde lo antropológico, sicológico,
sociológico y cultural, es el núcleo generador de valores como la vida, la solidaridad y la justicia. Es
asombroso y merece que le dediquemos tiempo a investigar y buscar las causas de porque la familia
que es clave para la proyección de la misma humanidad, no cuente con el suficiente apoyo político,
económico y comunicacional, y por el contrario desde financiamientos y pautas internacionales y
nacionales, se busque desarticular el núcleo del matrimonio y la familia, llegando a distorsionarlo
muchas veces hasta en los mismos contenidos y propuestas educativas.
Toda la Iglesia en este tiempo ha trabajado la consulta sobre la familia hecha en preparación al
Sínodo a realizarse en el 2014. Los desafíos Pastorales para salir al encuentro misericordioso de
tantos sufrimientos y situaciones, así como el profundo deseo y necesidad de la familia que siempre
está en el corazón humano, nos llevan a preguntarnos como respondemos desde la evangelización a
este tema esencial de la familia constituyente de la sociedad y de la persona.
En este contexto navideño la liturgia nos propone el modelo de la familia de Nazaret, de Jesús, de
María y de José. Es una buena oportunidad para que consideremos la centralidad que tiene la
cuesti￳n familiar “en el proyecto” de país y provincia que queremos.
Como Obispo y Pastor quiero pedir a Dios por “todos”, para que empecemos un año donde nos
realicemos en la esperanza.
Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas.