EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 2,36-40.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser,
mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con
su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro a ños. No se
apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba
acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de
Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba
con él.
comentario del Evangelio por :
Papa Francisco
Encíclica “Lumen fidei”, §50-51 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)
“Hablaba acerca del ni￱o a todos los que esperaban la redenci￳n de
Jerusalén”
“Dios prepara una ciudad para ellos” (cf. Hb 11,16): fe y bien común. Al
presentar la historia de los patriarcas y de los justos del Antiguo Testamento, la
Carta a los Hebreos pone de relieve un aspecto esencial de su fe. La fe no sólo se
presenta como un camino, sino también como una edificación, como la preparación
de un lugar en el que el hombre pueda convivir con los demás… Si el hombre de fe
se apoya en el Dios del Amén, en el Dios fiel (cf. Is 65,16), y as í adquiere solidez,
podemos añadir que la solidez de la fe se atribuye también a la ciudad que Dios
está preparando para el hombre. La fe revela hasta qué punto pueden ser sólidos
los vínculos humanos cuando Dios se hace presente en medio de ellos. No se trata
sólo de una solidez interior, una convicción firme del creyente; la fe ilumina
también las relaciones humanas, porque nace del amor y sigue la dinámica del
amor de Dios. El Dios digno de fe construye para los hombres una ciudad fiable.
Precisamente por su conexión con el amor (cf. Ga 5,6), la luz de la fe se pone al
servicio concreto de la justicia, del derecho y de la paz. La fe nace del encuentro
con el amor originario de Dios, en el que se manifiesta el sentido y la bondad de
nuestra vida... La luz de la fe permite valorar la riqueza de las relaciones humanas,
su capacidad de mantenerse, de ser fiables, de enriquecer la vida común. La fe no
aparta del mundo ni es ajena a los afanes concretos de los hombres de nuestro
tiempo.
Sin un amor fiable, nada podría mantener verdaderamente unidos a los
hombres. La unidad entre ellos se podría concebir sólo como fundada en la utilidad,
en la suma de intereses, en el miedo, pero no en la bondad de vivir juntos, ni en la
alegría que la sola presencia del otro puede suscitar… Sí, la f e es un bien para
todos, es un bien común; su luz no luce sólo dentro de la Iglesia ni sirve
únicamente para construir una ciudad eterna en el más allá; nos ayuda a edificar
nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”