Comentario al evangelio del Martes 31 de Diciembre del 2013
Queridos amigos y amigas:
Hemos llegado al final de este año 2013. Muchas cosas han sucedido a lo largo de estos 365 días, en
todos los ámbitos de la vida, eclesial, social, político, económico, etc etc... sin duda que también en el
ámbito personal, cosas buenas y cosas malas, algunas habrán marcado un antes y un después en
nuestras vidas, otras irán poco a poco acumulánse en ese baúl de los recuerdos del que hablaba la
famosa canción de Karina.
¿Qué nos dice la Palabra de Dios? ¿Cómo podemos “entregar” a Dios el año cumplido? ¿Qué podemos
aprender para el nuevo año? Os invito a acercarnos de puntillas al prólogo del cuarto evangelio en
busca de luz.
Comer las doce uvas no produce ningún efecto transformador excepto una ligera subida del índice de
glucosa, pero en la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La Palabra no es un texto
estimulante que produce vibraciones, como si fuera un poema de José Hierro o un cuento de Kahlil
Gibran. La Palabra es una persona capaz de producir vida donde hay muerte, porque yo soy la vida (Jn
14,6). Esta vida puede iluminar nuestros rincones oscuros: La Palabra era la luz verdadera que alumbra
a todo hombre.
Fernando González