Jueves 02 de Enero de 2014
Santoral: Basilio Magno, Gregorio Nianceno
Lo que han oído desde el principio permanezca en ustedes 1Juan 2,22-28
Salmo 97 Los confines de la tierra han contemplado la victoria de
nuestro Dios.
Juan 1,19-28 En medio de ustedes hay uno que no conocen
Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén
sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: ¿Tú quién eres? Él confesó
sin reservas: Yo no soy el Mesías. Le preguntaron: ¿Entonces, qué? ¿Eres tú
Elías? Él dijo: No lo soy. ¿Eres tú el Profeta? Respondió: No. Y le dijeron:
¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han
enviado, ¿qué dices de ti mismo?" Él contestó: Yo soy la voz que grita en el
desierto: Allanad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. Entre los
enviados había fariseos y le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas si tú
no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta? Juan les respondió: Yo bautizo con
agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de
mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. Esto pasaba en
Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Pensemos…
Hay muchas voces que gritan: guerra, desordenes, invasiones, crimines….
Violencia. Este es el caos el cual Dios no quiere que escuchemos. Más bien desea,
de corazón, que atendamos a sus gritos. Dios en cada palabra hace una invitación a
saber escucharle. Pues quien escucha deja brotar el amor. Un amor que se hace
salvación. Observemos el portal de Belén donde una familia unidad, como
bendición para la vida, nos regala lo mejor en Cristo Jesús (Encarnación)
Hoy en día esas voces agoreras cosechan muchas tristezas: revolución
zapatista, la cubana o la nuestra de un socialismo que no se entiende y que han
hecho daño a la libertad y a la justicia. Revoluciones que han una pobreza inmensa
y parido pueblo dividido y fracturado en porciones de odio y enfrentamiento.
Entonces…
La voz de Dios en Juan el Bautista es un grito a la conversión, es decir, al
volver a ser hermanos. Donde no haga falta un color o un grito político para adquirir
bienes y vivir en la sana paz.
Es Juan quien como precursor anuncia al salvador. En Jesucristo la mejor
revolución, ya que nos invita a un cambio en favor de todos y no de una porción
que administra arrimando su pescado a su sartén.
Padre Marcelo
@padrerivas