I Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lecturas bíblicas:
a.- 1Sam. 1,1-8: Su rival insultaba a Ana porque el Señor la había hecho
estéril.
b.- Mc. 1, 14-20: Convertíos y creed en la buena noticia.
Jesús comienza su ministerio, luego de la misión de Juan, o mejor después de su
encarcelamiento. El término, “fue entregado” (v. 14), viene a significar, que el
ministerio de Jesús, no va ser paralelo al de Juan, porque éste representa al AT.
Ese es el significado de: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;
convertíos y creed en la Buena Nueva” (v.15). Comienza su ministerio en Galilea,
tierra de judíos y paganos, con lo cual ya se perfila por dónde irá la predicación del
evangelio. Jesús predicaba la Buena Nueva de Dios, quiere decir, que Dios en sí es
la buena noticia, que se revela como gracia y ternura, del reino de Dios, que está
entrando en la vida de los hombres por la predicación. Del Reino de Dios habían
hablado los profetas, la novedad está en que Jesús lo hiciera en Galilea, provincia
civil siempre sospechosa de sincretismo, y no en Jerusalén, la sede del gobierno y
del templo. La colaboración del hombre consiste en un cambio de mentalidad, la
metanoía, es decir, adhesión a la Buena Nueva. En la sociedad de los tiempos de
Jesús, cada grupo religioso-político, entendía el Reino de Dios según sus
necesidades y expectativas, aunque para todos revestía un carácter escatológico,
era el cumplimiento de lo anunciado por los profetas. De ahí que no fuera fácil para
Jesús, darse a entender a sus discípulos, y las gentes que lo escuchaban, sobre
todo, cuando se lo presentaba como Mesías. El Reino proclamado por Jesús viene
del cielo, por lo mismo, milagroso, sobrenatural. La conquista del Reino se hace con
paciencia, porque crece en el hombre sin que él sepa cómo (Mc. 4, 26-29). Si se
acoge con fe, humildad y obediencia, significa, que ha entrado en la órbita de ese
Reino, que ha llegado sin su trabajo o esfuerzo, sino que para él es realmente,
Buena Noticia.
En un segundo momento, Jesús llama a sus cuatro primeros discípulos. Marcos,
siempre muy parco en noticias nos habla cómo se dan las cosas cuando Jesús llama
a su seguimiento. Lucas, justifica la llamada, luego de la pesca milagrosa (cfr. Lc.
5), Juan, nos dice que Pedro y Juan eran discípulos del Bautista (cfr. Jn. 1, 35).
Según el evangelista, ante la llamada de Jesús, no queda más que obedecer. Sólo
nos dice que Pedro y Juan eran pescadores; los llamados están en su trabajo, por lo
tanto, no estaban preparados, Jesús los llama desde su vida cotidiana. Otra
particularidad es que Jesús llama a sus discípulos, los escoge, al revés de lo que
hacía con los rabinos sus discípulos, ellos los escogían para ser sus maestros. La
llamada en Cristo Jesús, equivale a la palabra que crea la decisión de seguirlo (cfr.
Sal. 33, 9; Is. 55, 10ss). De ahí la inmediatez de la respuesta, sin objeciones de
parte de los pecadores, es el momento de la gracia que actúa eficazmente. Seguir a
Jesús es fruto de la gracia contenida en la llamada, es decir, en su palabra.
Seguirle, es esencialmente obediencia activa, dejar todo lo que impide dicho
seguimiento (cfr. Dt. 8,19; 1Re. 18, 21). Marcos, da por entendido que los
llamados reconocen en Jesús al Hijo de Dios, para seguirle con esa inmediatez. Sólo
a Dios se le sigue y obedece como lo presenta el evangelista. Esto es importante
dejarlo claro, sólo a Jesucristo se obedece en la comunidad eclesial, ya que los
responsables de ella, también deben obedecer, porque sólo ÉL es Dios. Los
responsables son ministros, servidores de sus hermanos de comunidad. Como
resucitado en medio de su comunidad, Jesús sigue llamando al hombre a su
seguimiento. Como el profeta, hay que dejarse seducir por el llamado y por ÉL que
llama a seguir sus huellas desde la vida cotidiana donde nos encontremos.
Teresa de Jesús cuenta con los amigos más íntimos de Jesús, los santos, los que se
han tomado en serio el Evangelio. “Era yo muy devota de la gloriosa Magdalena, y
muy muchas veces pensaba en su conversión” (V 9,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD