Queridos hermanos y hermanas,
es donde celebramos los entierros, bodas y bautizos,
pero es sobre todo, el lugar de la presencia de Dios.
Más aún para nosotros, que creemos en la presencia de
Dios en el pan de la eucaristía.
Celebramos hoy la Fiesta de la Presentación del Señor.
La escena que hoy contemplamos se desarrolla toda en
el templo de Jerusalén.
1. Empiezo haciendo una introducción al sentido del
templo para los judíos, que nos puede iluminar algún
aspecto interesante para nosotros. Para los judíos, el
templo era el lugar de la presencia del Señor. Moisés,
en su peregrinación por el desierto, hablaba con Dios
en la tienda del encuentro. Esta tienda del encuentro
les acompañó a lo largo de los cuarenta años que
estuvieron en el desierto. Cuando llegaron a la tierra
prometida y bajo el Reinado de Salomón, esta tienda
finalmente, acabará convirtiéndose en el Templo de
Jerusalén. Dentro del templo, en el Santa Sanctórum
había el arca de la alianza. Donde se guardaba las
tablas de la alianza, que Dios había hecho con su
pueblo en el Sinai. Por tanto, el templo era el lugar de
la presencia del Señor en medio del pueblo.
Recuerdo que en Cuba fui a un pequeño pueblecito, el
rector había decidido que una pequeña chabolita
empezara a funcionar de capilla. Celebré la eucaristía y
dejé el santísimo en el sagrario. Al acabar la misa
entré en la sacristía, y al salir, veo a un montón de
personas llorando, emocionadas, y yo les pregunto un
poco alarmado: ¿Qué ha pasado? Y me dicen: ”¡Dios
está aquí!”. Era yo quien tenía poco sentido de
presencia, poco sentido de lo que quiere decir aquella
capillita en medio del pueblo.
2. Hoy contemplamos a José y María cumpliendo un
precepto de la Ley de Moisés que prescribía que
cuarenta días después del nacimiento del primer hijo,
los padres tenían que ir al Templo de Jerusalén para
ofrecer a su hijo a Dios, hacer un sacrificio para
recuperarlo, y para la purificación ritual de la madre.
En nosotros ha disminuido el sentido del templo como
lugar de la presencia del Señor. Hemos de recuperar
esta sensibilidad. Sí que el templo es también el
espacio donde se reúne la comunidad cristiana, sí que
Esto es lo que hemos contemplado, y esto nos lleva a
preguntarnos: ¿de dónde nace esta prescripción, qué
sentido tiene?, ¿qué nos dice a nosotros?
La presentación de Jesús en el templo está llena de
significado y está relacionada con el Éxodo, la huída,
de Egipto del Pueblo de Israel. Es una huída donde los
israelitas experimentan, de diversas maneras, que Dios
ha intervenido de una manera clara a favor suyo. Dios
les ha salvado de la esclavitud.
Nosotros en cada eucaristía estamos no recordando,
mucho más que recordando, estamos haciendo presente
nuestro acontecimiento salvador: el Misterio Pascual.
La pasión, muerte y resurrección de Jesús. En cada
eucaristía estamos haciendo presente la pasión... Por
esto hablamos de la eucaristía como sacrificio. Y no
recordamos un acontecimiento, lo volvemos a hacer
presente, para participar de él, para entenderlo mejor,
para configurarnos a él, para recordarlo. Es el
acontecimiento central de nuestra fe.
La noche que Dios liberó su Pueblo murieron todos los
primogénitos de los animales y de los hijos de los
egipcios.
Dios, a través de Moisés, mandará al pueblo de Israel
que recuerden su intervención salvadora, y les da este
precepto: “ Dedicarás al Señor todo primer nacido de la
matriz. También todo primer nacido del ganado que
poseas; los machos pertenecen al Señor ”· (Éxodo 13,
12).
Y lo hacemos porque Jesús dijo: “ Haced esto en
conmemoración mía ”.
Dos ideas más muy breves: a) En el templo había mucha
gente: sacerdotes, levitas, gente devota, peregrinos,
pero nadie se da cuenta de nada, excepto Simeón y
Ana, dos ancianos. Dice el evangelio hablando de
Simeón: “ justo, piadoso,... el Espíritu Santo moraba en
él ”. Y dice de Ana: “... una profetisa,...No se apartaba
del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y
oraciones.” . Aquí tenemos las llaves para descubrir a
Jesús...
Por tanto, la presentación de Jesús en el templo, es un
rito, mandado por Dios, para recordar el
acontecimiento salvífico por excelencia, es el hecho
que configura al Pueblo de Israel como pueblo: la huída
de Egipto.
¿Y a nosotros qué?... ¡¡a nosotros mucho!! ¿Qué
acontecimiento de salvación recordamos nosotros?
b) Simeón dice de Jesús: “ luz para alumbrar a las
naciones ”. Palabras que dan lugar al simbolismo de la
luz, tan importante hoy. Candelas de luz, que dan
nombre a la fiesta, la candelaria. Y que nos dice que
Jesús debe ser luz para nuestra vida, para todos los
ámbitos de nuestra vida.
Oremos para que Jesús sea luz para nosotros y para
todas las naciones.