Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 4, Lunes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Huyamos de Absalón. Dejad a Semeí que me maldiga,
porque se lo ha mandado el Señor * Levántate, Señor, sálvame. * Espíritu
inmundo, sal de este hombre
Textos para este día:
2 Samuel 15,13-14.30;16,5-13a:
En aquellos días, uno llevó esta noticia a David: "Los israelitas se han puesto de
parte de Absalón." Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en
Jerusalén: "¡Ea, huyamos! Que, si se presenta Absalón, no nos dejará escapar.
Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina
sobre nosotros, y pase a cuchillo la población." David subió la Cuesta de los Olivos;
la subió llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todos sus compañeros
llevaban cubierta la cabeza y subían llorando. Al llegar el rey David a Bajurín, salió
de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según
venía. Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos -toda la gente y los
militares iban a derecha e izquierda del rey-, y le maldecía: "¡Vete, vete, asesino,
canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has
usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído
en desgracia, porque eres un asesino."
Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: "Ese perro muerto, ¿se pone a maldecir a mi
señor? ¡Déjame ir allá, y le corto la cabeza!" Pero el rey dijo: "¡No os metáis en mis
asuntos, hijos de Seruyá! Déjale que maldiga, que, si el Señor le ha mandado que
maldiga a David, ¿quién va a pedirle cuentas?" Luego dijo David a Abisay y a todos
sus cortesanos: "Ya veis. Un hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y
os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el
Señor. Quizás el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas
maldiciones de hoy." David y los suyos siguieron su camino.
Salmo 3:
Señor, cuántos son mis enemigos, / cuántos se levantan contra mí; / cuántos dicen
de mí: / "Ya no lo protege Dios." R.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, / tú mantienes alta mi cabeza. / Si
grito, invocando al Señor, / él me escucha desde su monte santo. R.
Puedo acostarme y dormir y despertar: / el Señor me sostiene. / No temeré al
pueblo innumerable / que acampa a mi alrededor. R.
Marcos 5,1-20:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de
los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio,
donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con
cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y
cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza
para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes,
gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró
ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios
Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes." Porque Jesús le estaba diciendo:
"Espíritu inmundo, sal de este hombre." Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él
respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos." Y le rogaba con insistencia
que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus
le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos." Él se lo permitió. Los espíritus
inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil,
se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron
a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué
había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la
legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían
visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le
rogaban que se marchase de su país.
Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía.
Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo
que el Señor ha hecho contigo por su misericordia." El hombre se marchó y empezó
a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
Homilía
Temas de las lecturas: Huyamos de Absalón. Dejad a Semeí que me maldiga,
porque se lo ha mandado el Señor * Levántate, Señor, sálvame. * Espíritu
inmundo, sal de este hombre
1. Cómo vivir los tiempos malos
1.1 Alguien dijo que vivir es preparar y construir lo mejor y saber soportar y
superar lo peor. Algo así nos cuenta la primera lectura de hoy: David pasa por uno
de los momentos más agrios de su reinado, y soporta con admirable paciencia y
espíritu de fe la humillación pública y el insulto de Semeí.
1.2 No es lo único malo que le sucedía al rey por aquella época. Su propio hijo,
Absalón, se había declarado en guerra contra él, y también en esto David se
muestra particularmente humilde y prudente. La actitud de David es huir de
Absalón, sin hacer valer ni su propia hombría y fuerza, ni su calidad de rey en
ejercicio.
1.3 No siempre hay que huir ni todo insulto hay que aguantarlo pero David nos está
enseñando algo hoy y seríamos necios si rehusáramos aprenderlo. Tal vez lo más
importante es: antes de reaccionar, piensa bien las cosas y pide a Dios que te
muestre, que te ilumine qué te quiere decir con lo que te está sucediendo. Algunas
cosas son desafíos que hay que arrostrar con coraje; otras son lecciones que hay
que recibir con docilidad.
2. Liberado del demonio
2.1 El evangelio de hoy nos presenta la liberación de un pobre hombre. Es la
imagen misma, es el fruto típico de la esclavitud a que está sometido: aislado,
dañino para otros y próximo a la muerte y a los muertos. El demonio parecía
solazarse, como jugando con su víctima, balanceándola ante las fauces de un
destino espantoso. Debe quedarnos claro qué está sucediendo: cada quien refleja
de quién es siervo, porque cada señor se retrata en lo que hace con sus siervos.
2.2 Jesús también se retrata en lo que hace con sus siervos, que somos y
queremos ser nosotros. Frente al aislamiento satánico, la dulzura de la fraternidad
cristiana; frente al daño a otros, la caridad hacia con todos; frente al
vecindario de la muerte, y la cultura de la muerte, los ecos y anuncios de
una vida que no acaba. ¡Bendito Dios!