Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 4, Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Soy yo el que ha pecado, haciendo el censo de la
población. ¿Qué han hecho estas ovejas? * Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
* No desprecian a un profeta más que en su tierra
Textos para este día:
2 Samuel 24,2.9-17:
En aquellos días, el rey David ordenó a Joab y a los jefes del ejército que estaban
con él: "Id por todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, a hacer el
censo de la población, para que yo sepa cuánta gente tengo." Joab entregó al rey
los resultados del censo: en Israel había ochocientos mil hombres aptos para el
servicio militar, y en Judá quinientos mil. Pero, después de haber hecho el censo
del pueblo, a David le remordió la conciencia y dijo al Señor: "He cometido un
grave error. Ahora, Señor, perdona la culpa de tu siervo, porque ha hecho una
locura."
Antes que David se levantase por la mañana, el profeta Gad, vidente de David,
recibió la palabra del Señor: "Vete a decir a David: "Así dice el Señor: Te propongo
tres castigos; elige uno, y yo lo ejecutaré."" Gad se presentó a David y le notificó:
"¿Qué castigo escoges? Tres años de hambre en tu territorio, tres meses huyendo
perseguido por tu enemigo, o tres días de peste en tu territorio. ¿Qué le respondo
al Señor, que me ha enviado?" David contestó: "¡Estoy en un gran apuro! Mejor es
caer en manos de Dios, que es compasivo, que caer en manos de hombres."
Y David escogió la peste. Eran los días de la recolección del trigo. El Señor mandó
entonces la peste a Israel, desde la mañana hasta el tiempo señalado. Y desde Dan
hasta Berseba, murieron setenta mil hombres del pueblo. El ángel extendió su
mano hacia Jerusalén para asolarla. Entonces David, al ver al ángel que estaba
hiriendo a la población, dijo al Señor: "¡Soy yo el que ha pecado! ¡Soy yo el
culpable! ¿Qué han hecho estas ovejas? Carga la mano sobre mí y sobre mi
familia." El Señor se arrepintió del castigo, y dijo al ángel, que estaba asolando a la
población: "¡Basta! ¡Detén tu mano!"
Salmo 31:
Dichoso el que está absuelto de su culpa, / a quien le han sepultado su pecado; /
dichoso el hombre a quien el Señor / no le apunta el delito. R.
Había pecado, lo reconocí, / no te encubrí mi delito; / propuse: "Confesaré al Señor
mi culpa", / y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.
Por eso, que todo fiel te suplique / en el momento de la desgracia: / la crecida de
las aguas caudalosas / no lo alcanzará. R.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro, / me rodeas de cantos de liberación. R.
Marcos 6,1-6:
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó
el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba
asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han
enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de
María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con
nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus
parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos
enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los
pueblos de alrededor enseñando.
Homilía
Temas de las lecturas: Soy yo el que ha pecado, haciendo el censo de la
población. ¿Qué han hecho estas ovejas? * Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
* No desprecian a un profeta más que en su tierra
1. Pecar tiene consecuencias
1.1 Muchas cosas del Antiguo Testamento pueden parecernos injustas, mágicas o
primitivas, según los ojos modernos. Es injusto que una persona haga algo y otras
paguen, como lo que vemos en la primera lectura de hoy. Suena a mágico eso de
que Dios haga depender de un diálogo la suerte de todo un pueblo. Y es muy
primitivo, para nuestra perspectiva, que los problemas se aborden desde el ángulo
sobrenatural. Para nosotros, una plaga es una plaga y quien tiene que intervenir es
el ministerio de salud, o como se llame en cada país. Según todo eso como que no
tendríamos mucho que aprender de la lectura primera de hoy.
1.2 Pero sí hay mucho que aprender: sobre todo, que el pecado tiene
consecuencias y que esas consecuencias no son sólo personales sino que afectan en
realidad y a fondo la historia de otras personas. Si cada gobernante meditara que
su corazón es el lugar donde tiene que encontrarse con la verdad de su conciencia y
con la voz de Dios, ¿no es verdad que tendríamos mejores gobiernos y
gobernantes?
2. Poca fe, pocos milagros
2.1 Si alguien sana enfermos imponiendo las manos la cosa resulta tan maravillosa
que lo más probable es que pronto le veamos reunir multitudes. Para el evangelista
del texto de hoy, en cambio, algo así casi ni merece el nombre de "milagro", ya que
escribe que en su tierra [Jesús] "no pudo hacer allí ningún milagro; tan sólo sanó a
unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos". Por lo visto Jesús los había
acostumbrado a un ritmo de hechos maravillosos, a un río de gracia que parecía
menguarse ante un medio hostil de incredulidad.
2.2 Puede parecer simplista en exceso pero la regla que rige en esto es: no fe, no
milagros. No se me critique si parece demasiado elemental, puesto que Jesús dijo:
"Hágase en vosotros según vuestra fe" (Mt 9,29). Y en varias ocasiones dijo con
total sencillez: "tu fe te ha curado" (Mt 9,22; Mc 10,52; Lc 17,19; 18,42; Hch
14,9). Es decir: no nos engañemos; enfrentémoslo: llevamos una vida mediocre en
muchos aspectos porque tenemos una fe mediocre en muchos aspectos. La solución
es suplicar, clamar por el don de la fe y poner en práctica esa fe, porque en
ejercicio, crece y se hace fuerte.