EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles 05 Febrero 2014
Miércoles de la cuarta semana del tiempo ordinario
Segundo Libro de Samuel 24,2.9-17.
El rey dijo a Joab, el jefe del ejército, que estaba con él: "Recorre todas las tribus
de Israel, desde Dan hasta Berseba y hagan el censo del pueblo, para que yo sepa
el número de la población".
Joab presentó al rey las cifras del censo de la población, y resultó que en Israel
había 800.000 hombres aptos para el servicio militar, y en Judá 500.000.
Pero, después de esto, David sintió remordimiento de haber hecho el recuento de la
población, y dijo al Señor: "He pecado gravemente al obrar así. Dígnate ahora,
Señor, borrar la falta de tu servidor, porque me he comportado como un necio".
A la mañana siguiente, cuando David se levantó, la palabra del Señor había llegado
al profeta Gad, el vidente de David, en estos términos:
"Ve a decir a David: Así habla el Señor: Te propongo tres cosas. Elige una, y yo la
llevaré a cabo".
Gad se presentó a David y le llevó la noticia, diciendo: "¿Qué prefieres: soportar
tres años de hambre en tu país, o huir tres meses ante la persecución de tu
enemigo, o que haya tres días de peste en tu territorio? Piensa y mira bien ahora lo
que debo responder al que me envió".
David dijo a Gad: "¡Estoy en un grave aprieto! Caigamos más bien en manos del
Señor, porque es muy grande su misericordia, antes que caer en manos de los
hombres".
Entonces el Señor envió la peste a Israel, desde esa mañana hasta el tiempo
señalado, y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba.
El Angel extendió la mano hacia Jerusalén para exterminarla, pero el Señor se
arrepintió del mal que le infligía y dijo al Angel que exterminaba al pueblo: "¡Basta
ya! ¡Retira tu mano!". El Angel del Señor estaba junto a la era de Arauná, el
jebuseo.
Y al ver al Angel que castigaba al pueblo, David dijo al Señor: "¡Yo soy el que he
pecado! ¡Soy yo el culpable! Pero estos, las ovejas, ¿qué han hecho? ¡Descarga tu
mano sobre mí y sobre la casa de mi padre!".
Salmo 32(31),1-2.5.6.7.
Dichoso el que es absuelto de pecado
y cuya culpa le ha sido borrada.
Dichoso el hombre aquel
a quien Dios no le nota culpa alguna
y en cuyo espíritu no se halla engaño.
Te confesé mi pecado,
no te escondí mi culpa.
Yo dije:» Ante el Señor confesaré mi falta».
Y tú, tu perdonaste mi pecado,
condonaste mi deuda.
Por eso el varón santo te suplica
en la hora de la angustia.
Aunque las grandes aguas se desbordasen,
no lo podrán alcanzar.
Tú eres un refugio para mí,
me guardas en la prueba,
y me envuelves con tu salvación.
Evangelio según San Marcos 6,1-6.
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo
escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría
es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de
Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era
para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y
en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos,
imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los
alrededores, enseñando a la gente.
Comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Exhortación apostólica “Redemptoris custos”, 22,23, 24 (trad. © copyright
Libreria Editrice Vaticana)
“¿No es el hijo del carpintero?”
Expresión cotidiana de este amor en la vida de la Familia de Nazaret es el trabajo…
El que era llamado el “hijo del carpintero” había aprendido el trabajo de su “padre”
putativo. Si la Familia de Nazaret en el orden de la salvación y de la santidad es
ejemplo y modelo para las familias humanas, lo es también análogamente el
trabajo de Jesús al lado de José, el carpintero… El trabajo humano y, en particular,
el trabajo manual tienen en el Evangelio un significado especial. Junto con la
humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la
encarnación, y también ha sido redimido de modo particular. Gracias a su banco de
trabajo sobre el que ejercía su profesión con Jesús, José acercó el trabajo humano
al misterio de la redención.
En el crecimiento humano de Jesús “en sabiduría, edad y gracia” representó una
parte notable la virtud de la laboriosidad, al ser “el trabajo un bien del hombre” que
“transforma la naturaleza” y que hace al hombre “en cierto sentido más hombre”.
La importancia del trabajo en la vida del hombre requiere que se conozcan y
asimilen aquellos contenidos “que ayuden a todos los hombres a acercarse a través
de él a Dios, Creador y Redentor, a participar en sus planes salvíficos respecto al
hombre y al mundo y a profundizar en sus vidas la amistad con Cristo, asumiendo
mediante la fe una viva participación en su triple misión de sacerdote, profeta y
rey”. Se trata, en definitiva, de la santificación de la vida cotidiana, que cada uno
debe alcanzar según el propio estado.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”