¿PICA? ENTONCES ES SAL
Padre Javier Leoz
1.- “Santa Agueda, Santa Aguedacha…que las fiestas despacha”. Y así es. Hasta
finales de Abril, donde este año la Pascua aguarda, nos centramos en el Tiempo
Ordinario en el que, la Palabra de Dios, el crecimiento personal en la fe, la oración o
la tranquilidad sin más fiestas que lo más grande, EL DOMINGO, han de posibilitar
que nos identifiquemos más y mejor con Cristo. Hoy, además, ante nuestros ojos
se abre un drama: algo no funciona bien en el mundo cuando, el hambre, sigue
siendo una lepra y lacra social que afecta a millones de personas.
-Mientras unos bailamos, otros lloran
-Mientras de las mesas de los acomodados caen no migajas, sino panes enteros,
otros no conocen el aroma de un pan recién amasado
-Mientras nos miramos, excesivamente, a nosotros mismos….millones de personas
son atenazados con los grilletes de la pobreza.
2.-Hoy, Manos Unidas, nos propone un lema: “Un nuevo mundo; proyecto común”.
Ojala que desde esta Institución Católica sintamos que, la generosidad (algo normal
y nunca extraordinario) ha de ser un número en el carnet de nuestra vida cristiana.
Siempre, y digo siempre, los católicos (por ser cristianos y por tener como patrón
de nuestra existencia a Cristo) hemos de ver la caridad como el broche de oro de
cada día, de cada semana o de nuestra vida.
3.- Ser sal y luz (aunque esta frase dé para muchas composiciones musicales y
poéticas) no es ni mucho menos algo agradable al paladar de la sociedad en la que
nos toca vivir. La sal protege, purifica y sana. ¿Interesa la “sal cristiana” a un
mundo corrupto, falseado y relativizado por todos sus costados?
-Habla la Iglesia de que la vida es vida desde su concepción y, esa sal, escuece
-Manifiesta la Iglesia de que hay que amar hasta el final perdonando, olvidando y
humillándose y, esa sal, pica
-Pregona la Iglesia el respeto pero la diferencia entre diversos modelos de
convivencia o de familia y, esa sal, levanta polvaredas y escándalos
-Comunica la Iglesia su derecho a ser luz en medio de la oscuridad o en la
mediocridad que abunda a nuestro alrededor, y le contestan que la mejor iglesia es
la que arde. Entonces; ¿cómo ser sal y luz en medio de esta encrucijada?
4.- .Nunca se nos ha dicho que, el ser cristiano, fuera fácil. No hay más que abrir el
álbum fotográfico de los primeros seguidores de Jesús, de los apóstoles, de los
santos, santas y mártires de los primeros tiempos (o incluso de los incidentes y
reacciones que causan las palabras o las posiciones por el Magisterio de algunos
obispos en España o en Europa). Ese álbum nos da una imagen de que, ser sal y
luz, implica ser fuertes hasta el final. Valientes con todas las consecuencias.
Aguerridos en nuestros planteamientos y poco menos que equilibristas para no caer
al vacío de la raya que nos marca el mundo.
Que el Señor, en este domingo, sea esa fe que nos posibilita ser cauce de esa
inmensa luminosidad que es el Evangelio. Que el Señor, hoy más que nunca, sea
ese mar del cual extraemos la sal que –aunque pica- sabemos que a la larga
preserva, sana, guarda y dará sabor a una sociedad totalmente insípida y carente
de valores eternos.
Que como cristianos, frente a los que pretenden ser vinagre y cortocircuito, seamos
antídoto que levante en la esperanza aquellos lugares donde nos desenvolvemos.
¿Fácil? ¡No! Pero con Cristo y por Cristo hemos de hacerlo. En ello va nuestra
salvación.
5.- SEA SAL Y LUZ, SEÑOR
De tu mar, Señor, sea yo la sal que lleve
alegría donde existan las caras largas,
ilusión donde no sepan lo que es el optimismo
eternidad, allá donde vean sólo el presente
caridad, en aquellos rincones
donde aparezca el “yo” y no el “nosotros”.
SEA SAL Y LUZ, SEÑOR
Del SOL que es tu Palabra
y, entonces, anuncie lo que Tú nos traes
Es posible un mundo, pero como Dios manda
Grande, un corazón, por el Amor que regalas
Inmensa, la vida, por el futuro que nos conquistas
Que no me conforme, oh Señor,
con la sal de mi frágil salero
Que no me quede, oh Señor,
con la luz de mis débiles ideas
Que no presuma, oh Señor,
de mis gracias y de mis dones
y, caiga en la cuenta, de que es tu SAL
la que da sabor eterno a los guisos de mis manos
Que no lleve en cuenta, oh Señor,
de mis pequeños aciertos
cuanto de la LUZ que Tú desprendes desde el cielo
De mis ocurrencias y creatividad
cuanto de la presencia creadora de Dios
De mis aportaciones por tu Reino
cuanto de tu Espíritu que las hace
únicas, santas, verdaderas, genuinas y eternas
QUE SEA, SEÑOR, SAL Y LUZ
Pero sal recogida del mar del cielo
empaquetada con fuerza del Espíritu Santo
Y sin más precio que, el saber,
que estoy de tu lado y contigo
para hacer de este mundo
un pequeño trozo de tu Reino.
Con tu luz, siempre con tu luz, Señor.