Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 4, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: De todo corazón amó David a su Creador, entonando
salmos cada día * Bendito sea mi Dios y Salvador * Es Juan, a quien yo decapité,
que ha resucitado
Textos para este día:
Eclesiástico 47,2-13:
Como la grasa es lo mejor del sacrificio, así David es el mejor de Israel. Jugaba con
leones como con cabritos, y con osos como con corderillos; siendo un muchacho,
mató a un gigante, removiendo la afrenta del pueblo, cuando su mano hizo girar la
honda, y derribó el orgullo de Goliat. Invocó al Dios Altísimo, quien hizo fuerte su
diestra para eliminar al hombre aguerrido y restaurar el honor de su pueblo. Por
eso le cantaban las mozas, alabándolo por sus diez mil. Ya coronado, peleó y
derrotó a sus enemigos vecinos, derrotó a los filisteos hostiles, quebrantando su
poder hasta hoy.
De todas sus empresas daba gracias, alabando la gloria del Dios Altísimo; de todo
corazón amó a su Creador, entonando salmos cada día; trajo instrumentos para
servicio del altar y compuso música de acompañamiento; celebró solemnemente
fiestas y ordenó el ciclo de las solemnidades; cuando alababa el nombre santo, de
madrugada, resonaba el rito. El Señor perdonó su delito y exaltó su poder para
siempre; le confirió el poder real y le dio un trono en Jerusalén.
Salmo 17:
Perfecto es el camino de Dios, / acendrada es la promesa del Señor; / él es escudo
para los que a él se acogen. R.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, / sea ensalzado mi Dios y Salvador. / Por eso te
daré gracias entre las naciones, Señor, / y tañeré en honor de tu nombre. R.
Tú diste gran victoria a tu rey, / tuviste misericordia de tu Ungido, / de David y su
linaje por siempre. R.
Marcos 6,14-29:
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó
hablar de él. Unos decían: "Juan Bautista ha resucitado, y por eso los poderes
actúan en él." Otros decían: "Es Elías." Otros: "Es un profeta como los antiguos."
Herodes, al oírlo, decía: "Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado." Es que
Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano
Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de
conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre
honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo
escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un
banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija
de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le
dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras, que te lo doy." Y le juró: "Te daré lo que
me pidas, aunque sea la mitad de mi reino." Ella salió a preguntarle a su madre:
"¿Qué le pido?" La madre le contestó: "La cabeza de Juan, el Bautista." Entró ella
en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: "Quiero que ahora mismo me
des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista." El rey se puso muy triste; pero,
por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un
verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza
en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al
enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
Homilía
Temas de las lecturas: De todo corazón amó David a su Creador, entonando
salmos cada día * Bendito sea mi Dios y Salvador * Es Juan, a quien yo decapité,
que ha resucitado
1. Sobre la oración de alabanza
1.1 Es bien interesante reconocer que David es recordado en la Biblia por la calidad
y alegría de su oración. Mientras que otros hombres grandes son recordados por lo
que hicieron para su propia gloria, para acrecentar sus riquezas, fama o territorios,
la Biblia alaba a David fundamentalmente porque David supo alabar a Dios. Más
que ante un rey, un filósofo, un artista o un pensador, estamos frente a un hombre
que quiso amar y que de algún modo supo amar a Dios. Es la primacía de este
amor lo que realmente importa aquí, y su expresión propia es la oración de
alabanza.
1.2 De esta oración escribe así el Diácono : el Antiguo Testamento nos refleja en
múltiples ocasiones cómo desde antiguo el pueblo de Israel alababa a Dios. María
cuando se encontró con su prima Isabel elevó una oración de alabanza a Dios: "Mi
alma alaba la grandeza del Señor..." (Lc, 1,46); igualmente Zacarías: "Bendito sea
el Señor, Dios de Israel" (Lc. 1,68).Jesús mismo practicó la alabanza: "Padre,
santificado sea tu nombre" (Lc. 11,2); "Te alabo, Padre Señor del cielo y de la
tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste a los sabios y
entendidos" (Mt. 11,25). También los primeros cristianos en sus reuniones "con
perseverancia escuchaban la enseñanza de los apóstoles, se reunían en la fracción
del pan y en la oración..., alababan a Dios gozando de la estima general del pueblo"
(Hch. 2, 41-47). San Pablo termina su carta a los Romanos con estas palabras: "A
Dios, el único sabio, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo! (Rom.
16,27) y aconsejaba: "Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo..." (Ef.
1,3).
1.3 Y continúa enseñándonos este predicador: La Eucaristía, centro de la vida del
cristiano la denominamos "sacrificio de alabanza" y en ella continuamente alabamos
a Dios; recordemos el Gloria y la respuesta de los fieles después de cada lectura
bíblica. Lo que pasa es que muchas veces decimos cosas aprendidas de memoria,
pero no recapacitamos en su significado. Ojalá que nunca nos tengan que aplicar
las palabras que Cristo dijo: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón
está lejos de Mí" (Mc.7,6).
2. La muerte de un gran hombre
2.1 Hoy el evangelio nos presenta el martirio de Juan Bautista. Un hombre notable.
No lo digo yo, lo dice Jesucristo: " En verdad os digo que entre los nacidos de mujer
no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista" (Mt 11,11). Una vida grande
y memorable, tronchada en circunstancias estúpidas y rodeado de gente indigna y
cruel. Aprendamos de aquí que la muerte es grande por lo que en ella se entrega
no por lo que en su furor nos arrebata.
2.2 Como hay una memoria litúrgica de la muerte del Bautista meditemos en esta
ocasión sólo un punto: Herodes apreciaba a Juan, pero lo mandó decapitar, por
guardar un juramento inicuo y quedar bien frente a unos invitados innobles. Hasta
dónde puede llegar un hombre por tratar de complacer a otros y de cuidar su
imagen.
2.3 Toda espiritualidad cristiana necesita un punto de partida sólido, y ese punto
sólo lo encontramos en el querer de Dios. Las opiniones humanas son, como decía
Fray Luis de Granada, un monstruo de mil cabezas, y quien pretende orientarse por
ese monstruo pronto traicionará sus más íntimas convicciones y hará decapitar sus
mejores esperanzas.