V Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
la Alianza y la honra al nombre de Dios consiste en respetar a los
demás, querer a los padres, no perderse en menudencias, sino vivir
el espíritu de amor.
« (…) Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus
discípulos no se comportan conforme a la tradición de los antiguos,
sino que comen el pan con las manos impuras? Él les respondió:
Bien profetizó Isaías de vosotros los hipócritas, como está escrito:
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está bien lejos
de mí. En vano me dan culto, mientras enseñan doctrinas que son
preceptos humanos. Abandonando el mandamiento de Dios,
retenéis la tradición de los hombres. Y les decía: ¡Qué bien anuláis
el mandamiento de Dios, para guardar vuestra tradición! Porque
Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y quien maldiga al padre
o a la madre, sea reo de muerte. Vosotros, en cambio, decís: si dice
un hombre al padre o a la madre, “lo que de mi parte pudieras
recibir sea Corbán”, que significa ofrenda, ya no le permitís hacer
nada por el padre o por la madre; con ello anuláis la palabra de Dios
por vuestra tradición, que vosotros mismos habéis establecido; y
hacéis otras muchas cosas semejantes a éstas» (Marcos 7, 1-13).
1. Se reúnen junto a Jesús y le preguntan: «¿Por qué tus
discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino
que comen con manos impuras?»
Él les llama hip￳critas, por muchas razones… y les dijo con palabras
de Isaías: « Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está
lejos de mí... Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición
de los hombres .» Les hace ver que no respetan a los padres con excusas
religiosas. Aquellos fariseos buscaban tener las “manos limpias” pero Dios
mira si tenemos las “manos llenas” de amor. Enga￱aban con excusas
piadosas, incluso dejaban sin atender a sus padres porque habían ofrecido
el dinero al templo: « ¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para
conservar vuestra tradición! »
Te veo, Jesús, como intérprete auténtico de la Ley; por eso explicas
el justo sentido del cuarto mandamiento, deshaciendo el lamentable error
del fanatismo judío. « Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’ »: el
cuarto mandamiento recuerda a los hijos las responsabilidades que tienen
con los padres. Tanto como puedan, les han de prestar ayuda material y
moral durante los años de la vejez y durante las épocas de enfermedad,
soledad o angustia. Tú, Jesús, recuerdas este deber de gratitud. El respeto
hacia los padres (piedad filial) está hecho de la gratitud que les debemos
por el don de la vida y por los trabajos que han realizado con esfuerzo hacia
los hijos, para que éstos pudieran crecer en edad, sabiduría y gracia.
« Honra a tu padre con todo el corazón, y no te olvides de los dolores
de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido. ¿Qué les darás a
cambio de lo que han hecho por ti? » (Sir 7,27-28). El Señor glorifica al
padre en sus hijos, y en ellos confirma el derecho de la madre. Quien
honra al padre expía los pecados; quien glorifica a la madre es como
quien reúne un tesoro (cf. Sir 3,2-6). Todos estos y otros consejos son
una luz clara para nuestra vida en relación con nuestros padres. Pidamos al
Señor la gracia para que no nos falte nunca el verdadero amor que
debemos a los padres y sepamos, con el ejemplo, transmitir al prójimo esta
dulce “obligaci￳n” (I￱aki Ballbé).
Ya sabemos que no se puede devolver a los padres todo lo que
hacen… con frecuencia, una madre puede sentir en su interior como un
desencanto, al ver que ese amor hacia sus hijos no es suficientemente
correspondido por ellos. Pues podemos aprovechar ese discernimiento, para
devolver a nuestra madre ese amor, si la tenemos en la tierra, y en
cualquier caso, cuando nos damos cuenta vemos que es algo que hay que
devolverlo “hacia delante”, hacia los hijos, pasar el testigo…
2. Salom￳n “ extendi￳ sus manos hacia el cielo y dijo” esta
oración... yo también quiero permanecer en tu presencia, Señor : “Se￱or,
Dios de Israel, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios
como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores,
cuando caminan delante de ti de todo coraz￳n”. Quiero confesar tu
grandeza, Señor, tu transcendencia. Sentirme muy pequeño ante Ti, Señor,
pero muy amado, hijo tuyo. Sentir que tu grandeza es ponerse a disposición
de tu Pueblo, ligarte a él, hacer alianza con él. Eres el Dios Transcendente
que se hace próximo. ¡A la vez el Altísimo y el muy Próximo! Este es el gran
misterio del Templo.
“Pero ﾿es posible que Dios habite realmente en la tierra? Si el
cielo y lo más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos
esta Casa que yo he construido!” Dios está fuera del espacio y del
tiempo, «en el cielo» quiere decir inaccesible, escondido, imposible de
captar, fuera de nuestro alcance y comprensión. Los lugares sagrados son
un camino a Dios por Cristo, que con su Cuerpo, es el verdadero y único
mediador, que concretiza y facilita el encuentro con Dios. Él es el único
templo, reconstruido en tres días. La Asamblea eucarística, los cristianos
reunidos son también el Cuerpo visible de Cristo Hoy. Dios no está
solamente presente en la misa. Está presente por doquier en nuestra vida.
Pero en la Eucaristía, el fuerte signo de Presencia, nos es dado para que
sepamos reconocerle en todas partes...
“No obstante, Se￱or, Dios mío, vuelve tu rostro hacia la
oración y la súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración
que te dirige hoy tu servidor”. En el texto hebreo se lee "Tefilá" (grito de
angustia que se lanza en el dolor), «Tekinná» (súplica confiada en la
misericordia de Dios), y «Rinná» (plegaria gozosa, y ya segura de ser
atendida)... La plegaria toma en nuestros corazones toda clase de formas,
según los diversos momentos. Como los salmos, encontramos palabras para
todos nuestros estados y los diversos sentimientos de alegría o dolor, de
paz o angustia…
“Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa,
sobre el lugar del que tú dijiste: 'Allí residirá mi Nombre'. ¡Escucha
la oración que tu servidor dirige hacia este lugar! ¡Escucha la súplica
y la oración que tu servidor y tu pueblo Israel dirijan hacia este
lugar! ᄀEscucha desde tu morada en el cielo, escucha y perdona!”
que Tú, Señor, desde el cielo donde habitas, escuchas y perdonas... ¡eres
un Dios que me mira sin cesar! En este momento mismo. Tus ojos... (Noel
Quesson).
Es una preciosa, y solemne oración en nombre de todos (aquí hay un
resumen, pues en el libro de los Reyes aparece más larga). Da gracias a
Dios por su fidelidad. Reconoce que Dios no necesita templos ni puede
quedar encerrado en ellos. Es consciente de que Dios es trascendente, el
todo otro, y a la vez que está también muy cercano a su pueblo. Y termina
pidiéndole, por sí mismo y por todos los miembros de su pueblo presentes y
futuros, que preste siempre atención y escuche las oraciones que se le
dirijan en este Templo. Todo eso anuncia un templo que será auténtico
nexo entre el cielo y la tierra: Jesús…
3. “Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi
corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. Hasta el
gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde
poner sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y
mi Dios”. Es el canto a ese lugar santo donde está la imagen de la
presencia divina, y lo que fue “tienda del encuentro” ahora ocupa un lugar
fijo, como el pueblo nómada se ha vuelto sedentario. Todo es imagen de
Jesús…
“ᄀFelices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar!
protege, Dios, a nuestro Escudo y mira el rostro de tu Ungido. Vale
más un día en tus atrios que mil en otra parte; yo prefiero el umbral
de la Casa de mi Dios antes que vivir entre malvados”. Los cristianos
son templo del Espíritu Santo, la Iglesia es Cuerpo de Cristo, la «domus
Dei» (casa de Dios), es ahora «domus ecclesiae» (casa de la Iglesia, de la
comunidad), donde está Dios: « Donde dos o tres están reunidos en mi
nombre, allí estoy yo ». Ya lo había anunciado Jeremías: « No os fiéis de
palabras engañosas diciendo: Templo del Señor, Templo del Señor,
Templo del Señor. Si me juráis vuestra conducta y obras, si hacéis
justicia y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda, entonces
yo me quedaré con vosotros en este lugar » (7,4-7).
Llucià Pou Sabaté