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Domingo 6A TO
“Vete primero a reconciliarte con tu hermano” (Mt 5, 17-37)
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Reconciliación)
José Martínez de Toda, S.J. ( martodaj@gmail.com )
Jesús a veces se salta la ley, pero aquí la defiende. ¿En qué quedamos?
Te cuento esta historia:
< Un violinista profesional visita la orquesta juvenil de una escuela. Los estudiantes se
encuentran aprendiendo las reglas necesarias de la música, y producen una música aún de
principiantes. Al verlo le pidieron que interpretara algo para ellos.
El violinista los hace con toda dedicación. Él conoce ya por instinto todas las reglas y
las incorpora a su talento. Pero se deja llevar por el espíritu de la música, no piensa en reglas,
y le sale la música con mucha belleza y arte, y como viniendo del corazón. Un apretado
aplauso cierra su última nota.
Los estudiantes observan al violinista y aprenden mucho más viéndolo y escuchándolo
que estudiando las reglas>.
Jesús es ese violinista, que se concentra tanto en su música, que ni se acuerda de las
reglas. Las reglas se usan, si ayudan. Lo que importa es el espíritu o la intención que hay
detrás de ellas.
En la época de Jesús, los judíos tenían demasiadas reglas.
Tenían tantas, que se olvidaban de lo principal. Como el que va por un bosque tan
lleno de árboles frondosos y de ramas, que no llega a ver el sol.
Hay reglas más importantes que otras. Para Jesús las más importantes son las que
defienden a las personas.
Por eso no respeta el sábado cuando se trata de curar enfermos o cuando sus
discípulos necesitan cortar espigas para saciar su hambre. Tampoco le importa que sus
discípulos no se laven las manos a cada rato sin necesidad, según pedían las leyes de la pureza
ritual. Y recalca: “ Si la justicia de Ustedes no es mayor que la de los escribas y fariseos, no
entrarán en el reino de los cielos ” (v. 20).
¿Cómo son los escribas y fariseos?
Los escribas se sienten orgullosos de cómo interpretan la ley, y los fariseos están
orgullosos de guardarla en todo su detalle. Pero fallan en cosas más básicas:
-
Son orgullosos, buscando para sí la gloria que sólo pertenece a Dios (6:2, 5).
-
Honran a Dios con los labios, pero sus corazones están lejos de él (15:8).
-
Enseñan preceptos humanos como si fueran doctrinas divinas (15:9; 23:16-
22).
- Explotan a las viudas, no atienden sus reclamos.
- No cumplen lo más importante de la ley (23:23).
- Aunque por fuera se presentan bien, por dentro “están llenos de huesos de
muertos y de toda suciedad” (23:25-28). Jesús les llama hipócritas en varias
ocasiones (6:5, 16; 15:7; 22:18; 23:13-29).
¿Para que sirven las reglas, si no cumplen lo anterior?
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¿Qué enseña en cambio Jesús?
En cambio Jesús plantea el combatir la ira, el adulterio, el divorcio, los juramentos, la
venganza, el falso amor, la injusticia...
Y esto controlando nuestras actitudes y sentimientos, pues de ahí vienen las malas
conductas y acciones.
Por ejemplo, la codicia del dinero puede llevar al asesinato, como les ocurre a los
malandros.
<En Estados Unidos los liceos han tenido que disciplinar a los estudiantes que
insultan a otros estudiantes, precisamente porque ese comportamiento de insultar es lo que ha
inspirado matanzas – en masa – en algunas escuelas.>
También nos pide iniciar nosotros la reconciliación con los que nos han ofendido,
antes de presentarnos ante el altar de Dios.
¿Puedo mirar a una mujer con codicia sexual?
El ‘no cometerás adulterio’ (Ex 20, 14; Dt 5, 18) implica no hacer lo que puede llevar
a él – en este caso, mirar a una mujer con codicia sexual. Hay que estar preparado para el
último mandamiento, “ No codiciarás la mujer de tu prójimo ” (Éxodo 20:17).
La pelea hay que darla desde los comienzos.
Las esposas tienen derechos.
Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer ”, ¡cuidado! La sexualidad
tiene capacidad creativa y de gozo, pero también puede hacer daño y destruir relaciones y
compromisos. El dinero, el sexo, una copa de licor, el poder… han llegado a ser la ruina de
mucha gente.
Por eso hay que estar alerta. Jesús quiere proteger el gozo común, eliminando
comportamientos destructivos.
¿Hasta cuándo dura mi matrimonio?
<Un día, un hijo pequeño preguntó a sus padres:
- Y Vds., ¿cuándo se van a divorciar?
- ¿Por qué nos lo preguntas? Si nosotros no nos la pasamos peleando.
- Hay tantos amigos míos, cuyos padres se han divorciado.
- No, tranquilo. Nosotros somos muy felices en el matrimonio, y no nos
pensamos divorciar.
Y el hijo quedó muy aliviado>
Los sufrientes del divorcio son los hijos. Por su bien, la intención de Dios para el
matrimonio es que el hombre y la mujer casados permanezcan juntos de por vida.
El matrimonio no es un viaje sobre una alfombra mágica donde domina el glamour y
el romance. Es normal enamorarse y desenamorarse. Pero sobrepasar los momentos difíciles
requiere compromiso, fuerza espiritual, es decir, amor verdadero.
Hay organizadores de bodas, que a la pareja de novios le presentan la posibilidad de
firmar un acuerdo antes de casarse que facilite las negociaciones en caso que decidan
divorciarse. Ante el altar prometen casarse “hasta que la muerte les separe”, pero en secreto (y
a veces no tan en secreto), guardan el divorcio como puerta de escape.
Algunos parecen decir: “Nos casamos hasta que nos cansemos”.
En muchos casos se necesitan retiros de parejas, talleres sobre la crianza de los hijos,
consejería matrimonial y otros programas para que las parejas refuercen sus matrimonios y
estén preparados para sobrepasar los momentos difíciles.